sábado

Los amores fallidos


Anda toma, amores fallidos, ya has visto el título de lo que me ha dado por escribir hoy.... ...Relaciones truncadas. Amores desagradecidos y olvidados. O no.

Lo siento si no os apetece el tema... ...no puedo evitar recordarme de aquellos amores que tuvimos un día y que no llegaron a nada más, los que se quedaron por el camino, los que rompimos, los que tuvimos y no tuvimos, los que estropeamos, las relaciones truncadas, los que se agotaron antes de que se agotara nuestro tiempo, vaya idea más desagradable, xD. Hoy voy de eso. Pasa página, quizá.

Recuerdo unos cuantos amores fallidos, algunos míos, otros de mis amigas, de mis amigos, y un sin número que me han llegado por la literatura, por el cine, por las canciones incluso, que atesoro en mi memoria tan próximos como si hubieran sido propios. Reflexión, pero si me conoces no esperes confesión, porque voy a mentir y no mentir descaradamente, no faltaría más.

Me gusta imaginarme los ojos de los amores que tuve. Me gustaría verlos juntos. Pondría unas fotografías al lado de otras, todas seguidas, sólo de la mirada,  una sucesión de ojos amados, ojalá, si pudiera recordarme de todos, que de todo hubo: ojos negros, ojos grises, ojos más azules que el mar, ojos castaños... ¿ojos verdes? no recuerdo ahora... ...pensar que un día me perdí en esos ojos y hoy los contemplo. Claro que ya que no guardo las fotografías, las rompí, las quemé, qué se yo; acudiré a la prensa, y cuando encuentre unos ojos que me recuerden los que mi amor, uno de mis amores truncados tenía, los recortaré, los escanearé y los guardaré. Porque quiero un día hacer mi sucesión de ojos particular, y que signifiquen algo para mí.

Amores. Líos. Amoríos. Encaprichamientos del destino (por no llamarlos de otra forma más descriptiva por la zona anatómica principalmente afectada por las feromonas que hubo). Enamoramientos, sí, amor, Amor, que también los hubo. Lo que nos costó olvidar, seguro, días, noches, meses, años incluso. No recordamos ya sus facciones exactas, diluidas por el tiempo, excepto de madrugada, en sueños. Rubio de ojos grises. Morena de ojos verdes. Qué mas da. Sí se han eternizado sus actitudes, sus acciones, si todavía recuerdo cómo se comportaron conmigo. Traicioneros. Desgraciados, crueles. Y por qué negarlo, también recuerdo y añoro su proximidad, y su olor. Y mi turbación. Sus besos, su sexo y su voz. Qué recuerdos de alto voltaje pueblan las fantasías. Cada cual con los suyos y yo con las mías.

Los rememoramos cada tanto sin poderlo ni quererlo evitar. Porque nos lo pasamos bien juntos, porque nos lo pasamos mal en la ausencia. Qué felices fuimos. Qué desgraciados nos sentimos. Cuando ha pasado mucho tiempo, ¿hay que evitarlo, eludir estos momentos? ¿o por el contrario, voluntariamente, por qué hay que recordar? Primero por lo bien y luego por lo mal. Es nuestro equipaje, no hay que dejárselo tirado por ahí. Nos aprovecha únicamente a nosotros. No sé por qué, pero recuerdo más próximamente los momentos tristes, hay algunos que me acompañarán siempre, como la escena de una película, que no los momentos de felicidad, de plenitud de la experiencia amorosa. El placer, que no el amor, es la otra cara del dolor. Porque el dolor cursa con amor, o mejor dicho, con desamor. Y cuando todo se ha alejado en la penumbra de nuestra historia, ¿qué aportó eso a nuestro presente?

Siempre pensamos que algo aportó aquel amor, que algo aprendimos de la experiencia dolorosa, que algo bueno sacamos de aquello que vivimos y que sufrimos. Bueno, pues yo ya no digo eso. No y no. Me niego a creerlo, a la mierda el pensamiento positivo, lo digo por fin a los cuatro vientos. No aportó nada, nada bueno. Ahora yo digo en voz alta que algunos de aquellos amores no aportaron nada a mi vida. Nada bueno, quizá. Fuimos la persona perfecta que fuimos y que podíamos haber sido en ese momento. Pecamos de inmaduros o de pardillos, quizá. Sí, algo falló, lo acepto, pero en todo caso no fui yo. No fui yo, lo subrayo. Pasó ya el periodo de la incredulidad, pasó ya el periodo del mea culpa, pasó el momento de la aceptación de los errores y del intento de aprendizaje de la experiencia pasada. Hoy día puedo hablar así porque me siento muy muy mayor y de vuelta de casi todo. No fallé, no hubo errores por mi parte, ni engaño, ni malas intenciones, no fui yo. Me entregué al amor, no son pretensiones, me hundí en él, es una triste realidad. Esto no es bueno. Ojo cuando te entregas, hacen de tí lo que quieren. Es que ya lo tengo estudiado, largamente meditado y decidido. Es así. Me tomaron el pelo, se aprovecharon de mí y de mi amor absoluto y sin condiciones. Fueron unas malas personas conmigo y algún día tendrán su castigo o al menos eso anhelo y espero. Yo ya pasé por el infierno, y no volveré a caer. Que nadie espere mi entrega. Hoy me alegro de estar en soledad, incólume; me han tumbado, pero me he levantado.

No sé si algo aprendí, pero sí que sé que no quiero volver a caer en un amorío nuevo. Ni aún si contara con la esperanza de que se conviertiera en el tiempo un gran amor perdurable maravilloso y sincero. Ya no creo en ello. Miedito me da pensarlo nada más. ¿Volverlo a intentarlo? No, gracias. Prefiero una y mil veces mi vida amorosa de hoy, que va por días, como el tiempo: hoy está frío y mañana caliente, hoy calma dulce, niebla sosegada, mar tormentosa o cielo en tinieblas, si quieres sombría y a menudo aburrida. Si quieres, predecible o tal vez inexistente, imaginaria o inventada, pero vida al fin.

ALz

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