sábado

viernes

Nunca supe








Nunca supe amar tanto

como cuando no estabas


siempre supe amar poco

cuando estuviste cerca


hoy en silencio amo

como ama una piedra


si te alejas me pierdo

si te acercas me pierdes


que lejos y que cerca

es amar a las piedras.











Con admiración para mi artista invitado: Jacinto Lara, poeta.



Mi corazón está repartido


Si la poesía es uno de mis amores,


Las piedras son mi otro 


amor.

Alz.













Mi trébol de cuatro hojas



De verdad que he tenido suerte en la vida.

Dí contigo.

Te he tenido a tí, mi vida, a mi lado,

durante todo este tiempo que ha durado el amor,

He hecho lo que más quería con quien más quise: tú.

Hay cosas que han salido bien, y hay cosas que no han salido tan bien.

Pero han salido, y ya es bastante.

No sé si mi vida acaba aquí

o si todavía tengo un camino que recorrer.

Camino que se puede reducir  a días, semanas u horas

Creo que deberías saberlo.

He tenido suerte en la vida, de verdad.

Busqué en la luz, y hallé mi trébol de cuatro hojas.

ALz.





Dias de silencio



Observar los pensamientos pasar

como nubes que llegan y nubes que se van




Días de silencio

noches de meditación







jueves

solpost



El sol se pone y yo también me pongo - tengo ganas de desaparecer bajo la línea del mar.
 

Hoy soy así







Esto es lo que más se parece a lo que siento hoy.

Un sin palabras en añil.


Artista invitado: Aurel Spallek. Alemania.






¿La justicia es igual para todos?



El rey de España en su mensaje de navidad dice que las personas con responsabilidades públicas deben observar un comportamiento ejemplar, y que cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. De verdad que creo le honra pronunciar estas bellas palabras, y ojalá calara en los dirigentes institucionales de este país donde la corrupción campa por sus fueros en todos los foros posibles, pero en los oídos de los corruptos no cuajan estos deberes morales.  Pero si lo piensas, lo que ha dicho no tiene sentido; queda bonito, pero a estas alturas no nos importan los comportamientos no ejemplares de las personalidades siempre que no se salten la ley a la torera. A ver por qué este señor no habla en plata. Aquí debiera decir en vez de actuación censurable cualquier actuación delictiva, que es lo comprensible. Los delitos son lo único que puede ser juzgado y sancionado con arreglo a la ley, es decir, al Código Penal español. De todos es sabido que existen muchas actuaciones moralmente censurables que no tienen castigo legal, porque no gozan de repercusión penal: ni están tipificadas ni están sancionadas como delito ni como falta. Sólo le interesan al confesor de la familia, si lo tuvieran o tuviesen y a algunos cotillas. A mí no me interesa en absoluto saberlo.



Sigue en http://alopez-delderechoydelreves.blogspot.com/
Ilustraciones: vistas en facebook.





miércoles

Pliegues mamarios II



2 Workarts in process


Fig. 1


Fig. 2


Tras la delimitación de las zonas más oscuras de la figura con el lápiz carbón más blando de los disponibles, el proceso continúa con la valoración conjunta de la escala de grises de de la figura.
Todavía no es el momento de dar las luces, aunque apreciamos que ya se ha trabajado algo.
Queda una sesión de trabajo, la próxima semana, en que las figuras se deben ya dar por definitivamente terminadas. ¿Teneis ganas de verlas? Espero que haya más trabajos adelantados que se puedan mostrar.


El pan y la hiedra





Detalles:
















martes

Dicen que el tiempo es el olvido



Dicen que la distancia es el olvido, en este caso vemos que el tiempo, unido o no a la distancia, es el olvido. Dicen que el tiempo es el olvido, y hay quien no concibe la razón. Dicen que hay malos actos que siempre permanecen, otros dicen que todo se olvida. Yo creo que depende. Dicen que el rencor no puede durar toda la vida ni más que la vida humana misma. Todo depende. Depende de lo que haya que olvidar. Olvidar no equivale a perdonar: hay cosas que no se olvidan mientras vivas ni mientras vivan aquéllos a los que hiciste partícipes del secreto. Tanto se ha dicho, tanto se ha escrito. Que el tiempo o la distancia sea el olvido de los malos actos, no sé, lo dudo; el tiempo es el olvido de los delitos: esto se llama impunidad; yo no digo nada, nada más que lo que es: aquí vamos a hablar de delitos, de delincuentes, no de perjudicados u ofendidos.

Voy a comenzar despacito, para que no digáis que no lo entendéis. Se llama prescripción en Derecho Penal al olvido de los delitos. Es decir, cuando el delito que pudieras haber cometido tú hace tanto tiempo que ya nadie puede perseguirte por ello, ni un particular, ni la policía, ni un juez. Y cuanto tiempo, me preguntarás, pues muy fácil: depende de la gravedad del delito, más o menos, un poco más de tiempo que la pena que está ligada a la comisión de tal delito, con un mínimo. El plazo mínimo de prescripción era de tres años hasta hace un año, y en la actualidad es de cinco años. A ver: Si tienes la suerte de que nadie descubra tu delito durante ese tiempo, o de que nadie te denuncie durante ese tiempo, te has salvado. Dice el Tribunal Constitucional que la prescripción, que extingue la responsabilidad criminal, es un derecho que tiene el presunto inculpado (todos son presuntos hasta que por sentencia quede demostrado que son culpables o inocentes) a que "no se dilate indebidamente la situación que supone la virtual amenaza de una sanción penal", o sea, en palabras llanas, que es un derecho que tiene el delincuente a que la justicia se olvide de él por el paso del tiempo. 

Siguiendo con el tema de la corrupción que estos días comentamos al leer las noticias en la prensa, ya os he dicho que es fundamental conocer cuándo los delitos de los que se les ha acusado a una persona prescriben. Sólo así sabréis si las actuaciones de investigación que se han iniciado llegarán a buen término -esto es, a una sentencia condenatoria contra el delincuente, una vez se haya probado la comisión del delito- o se reducen a una simple pantomima.

Mucho me temo que en algunos casos, ya se sabe que cuando hayan podido desenredar el ovillo de las investigaciones, que cuando hayan podido encontrar algunas pruebas del delito y las puedan llevar a los fiscales o a los jueces, y cuando éstos por fin decidan actuar incoando procedimiento, el delito ya habrá prescrito. Os recordáis de los Albertos, ¿no?

En estos casos, lo que se haga no tendrá utilidad ninguna, porque ninguna pena será impuesta. La reprobación social será lo único que quede, pero bien poco les importa a los delincuentes de este pelaje. Lo que les importa es salir impunes del escándalo, y poder disfrutar de su dinerito bien robado a todos los contribuyentes.

Y no olvidemos que, refiriéndonos a los delitos cometidos por los cargos políticos,  los electores no castigan en las urnas los comportamientos ilícitos de sus gobernantes. Existe una tesis que estudia comunidad autónoma por comunidad autónoma este hecho, a quien le interese le pasaré la referencia, pero a los que no, simplemente basta mirar el caso reciente de Camps en Valencia. Mayoría absoluta, imputado por delitos de corrupción, específicamente cohecho impropio.

Y algo pasa que las personas sentimos una especie de admiración al ladrón que sale impune de su delito, sin derramamiento de sangre. El que huye a Sudamérica con el inmenso botín, a vivir todo el año en verano, tumbado en una hamaca con una morena a cada lado y tomando daikiris sin pegar golpe en todo el día, que para eso ya pegó el suyo en su día, toda una leyenda urbana. Bueno, y no digamos a los que vuelven pasado el tiempo a visitar la familia. Al nivel de héroes nacionales.

Creo que para entender qué está pasando es esencial que se conozca en profundidad la institución jurídica denominada prescripción de los delitos. Para esto hay que manejar sin miedo y sin excusas el Código Penal español y su última modificación que entró el vigor el 23 de diciembre de 2010. Os aseguro que todos los delincuentes se lo saben de memoria, tanto los delincuentes barriobajeros como los chorizos de traje y corbata. Quienes no dominan el tema son las personas de la calle, la llamada opinión pública, las personas que leen en los diarios con interés y con indignación los numerosos casos que se van destapando de corrupción de toda clase, y no pueden comprender cómo se libran estos tipos.

Pues vamos allá a verlo. Sin miedo. Por qué se ha aumentado el plazo mínimo de prescripción de los delitos. Esto viene explicado en el preámbulo de la Ley Orgánica que modifica el Código Penal, la  LO 5/2010, de 22 de junio, que ha introducido esta modificación al Código Penal de 1995; se justifican los motivos que han conducido al cambio legal, reconociendo el descrédito en que ha caído la justicia producido por la impunidad con la que se han salvado algunos delincuentes famosos. ¿Preparados? Pues a ello, si te interesa, sigue leyendo en el blog http://ALopez-DelDerecho.blogspot.com/ donde te transcribo los artículos del Código Penal donde lo explica.

ALz

Dar y aceptar regalos: costumbre o soborno




En estas fechas el dar y aceptar regalos está socialmente aceptado; está hasta bien visto. Pero si la persona regalada es una persona que trabaja al servicio de cualquier Administración Pública o si se trata de una autoridad entendida en sentido amplio, sea un cargo electo como no, en cualquier nivel territorial, local, autonómico o central,  la dación y recepción de regalos constituye un delito denominado cohecho a partir de un cierto nivel económico. 

No es un delito regalar un ramo de flores o un libro, desde luego, porque se acepta que entra dentro de la normalidad en las convenciones sociales. Mucho cuidado con el importe del regalo, también esto está sujeto a revisión jurisprudencial, caso por caso. No vale que dicho libro sea una primera edición de El Quijote, se trataría de un libro normal.

Pero sí es delito ofrecer un presente caro, y también lo es el aceptarlo. Siempre aludo a los jurisconsultos romanos, pero es que ellos ya estudiaron este tema de los regalos y de los regalos caros. Es que en el fondo, nadie da nada por nada. El que da espera algo a cambio fruto del agasajo, aunque sea nomás un trato de favor.  Nos vendrán a la imaginación recientes casos judiciales muy sonados, como los famosos trajes del expresidente valenciano del PP -Camps-, quien hubo de dimitir por el escándalo provocado por esta causa -dentro de la denominada trama Gürtel-, y cuyo resultado judicial depende de la calidad y verosimilitud de la prueba de que disponga la acusación. Ardua tarea la de probar la comisión de este tipo de delitos, pues la entrega del regalo no se produce por transferencia bancaria desde luego, ni por cualquier otro medio que facilite la constancia documental del hecho, antes al contrario; la ocultación, el secreto y el misterio está en la base de la conducta delictiva. El trato subyacente es siempre privado. Sólo puedo deciros que, conscientes de ello, los tribunales aceptan las pruebas por indicios para condenar por cohecho y cohecho impropio.

Sigue el post si te interesa, con la explicación teórica de estos delitos y la jurisprudencia asociada en:

/http://alopez-delderecho.blogspot.com/


domingo

En ningún sitio como en mi jardín



Nunca, nunca, en ningún lugar del mundo voy a estar como en mi jardín. Aquí me siento en cierto modo libre, aquí respiro tranquila, aquí estoy sosegada. Mi jardín es cálido, protegido de los vientos del norte,  fresco y húmedo a la vez, y sobre todo muy luminoso y acogedor, me colma de satisfacciones, diría de mi jardín que es un lugar casi feliz. En ningún sitio voy a estar como en mi jardín. Protegida del mundo y de sus perfidias. En mis dominios. En mi sitio. En mi mundo pequeño y recogido, donde me siento al resguardo.

Dicen que hay mundo más allá del jardín, ancho y misterioso, esto me trae agradables recuerdos de una novela de Antonio Gala, el paso de los años y el poso del olvido no han conseguido borrar frases memorables de su jardín, oculto tras la tapia. Hay y suceden tantas cosas, en el mundo más allá del jardín. 

Yo tampoco quiero traer una rosa del estercolero, ni mirar flor de huerto ajeno, ni cortarla para mi jarrón, ni transplantarla a mi jardín.  Me basta con saber que está allí erguida, regada y bien abonada,  poder verla y olerla, y regresar de nuevo a la protección de mi jardín. 

En mi jardín no hay rosas. Las rosas tienen espinas y aquí todo es elegido, recogido, verde, limpio, puro, no pincha ni tiene polvo ni corta, no se atreven a entrar ni las hormigas en mi jardín. No se permiten espinas ni cardos de fuera. En él puedo andar descalza al descuido, y sentir el frescor de la mañana en mis plantas, pisar la hierba y sentirla entre mis dedos, haciéndome cosquillas, mojándome los pies. Sólo es mayor que la paz interior, la paz que se respira en el exterior. Lanzarme al agua y nadar, bañarme en el sol del invierno o resguardarme en la sombra de la pérgola al mediodía. Gozar de la ansiada soledad, de la protección de lo que está cerrado con llave y candado, del ocultamiento que me ofrece mi muro a lascivas miradas ajenas.

No sentiré el calor ni las pieles sudorosas de los que se quedan fuera. Ni otras muchas cosas que he evitado largamente el sentir. Para ello debiera antes traspasar los límites del jardín. Arriesgarme a salir de aquí. Exponerme al campo, a los caminos, al asfalto, a la lluvia, a los charcos. Me da miedo hacerlo, sí. Perderé sus dones, la inestimable soledad y la barrera de protección que rodea mi controlado mundo; mi cuerpo, mi mente, serán expuestos a la vergüenza de las miradas ajenas...  a las palabras engañosas de los extraños...   a los empujones de aquéllos que tienen prisa...  al hambre y a la sed... a sufrir heridas quizá... al placer desconocido...  al dolor que tanto he temido...  a la tristeza reconocida...  a la alegría añorada....  al peligro, a la libertad de la vida del exterior...  no hay aburrimiento mas allá del jardín.

ALz.






sábado

Fiestas Felices




Sirva esta fotografía como mi tarjeta de felicitación.




Para los que celebráis la Navidad, feliz Navidad.
Para los que celebráis el año nuevo, feliz año nuevo
Para los que celebráis el solsticio de invierno, feliz invierno




Para todos vosotros....






Dicen que la felicidad no es gratis.... que hay que currársela.... ¡haced por ser felices!




Felicidades para todos, amigos.







Serve this photograph as my greeting card.For those who celebrate Christmas, Merry Christmas.
For those who are celebrating the new year, happy new year
For those who celebrate the winter solstice, happy winter

For all of you....

They say that happiness is not free .... you have to work if you want to have it ....Do to be happy!
Congratulations to all, friends.



Y para todos los demás,
Ver en youtube:





Zeitgeist (Edición Final) -Español Parte I Religión

http://youtu.be/eVccLvHdZek


viernes

Decir lo siento




Hoy voy a sugerirte que indagues en Tí mismo con la propuesta del título de este post: decir lo siento; léelo y, mirando hacia tu interior, medita mis palabras; no hace falta que respondas, y menos que me des a mí la respuesta, o tal vez sí; si lo deseas, puedes mandarme tus comentarios, en público o en privado.

Esta vez te voy a molestar precisamente a tí porque eres mi lector/a, quizá también mi amigo/a y sé que te darás por aludido/a, porque alguna vez has dicho o no has dicho lo siento. Eres una persona única, especial, una persona que con sus defectos y virtudes se cree perfecto/a -como todos nos creemos internamente que somos-. Don't worry. Moléstate con lo que voy a decirte, yo te perdono de antemano. Será señal de que, lo que aquí digo, habrá tocado una fibra sensible en tu interior. Así y todo, creo que te voy a plantear la pregunta en tercera persona. Sin ánimo de ofender pregúntate:


-¿Nos cuesta decir lo siento?


Respuesta: -Sí claro, qué evidente. Nos cuesta taaanto decir lo siento.
-Nos cuesta más sentir que lo sentimos.
-Sí, es verdad. Nos cuesta mucho decir lo siento sintiendo lo que se dice.

Vale. Ha pasado lo más duro; prueba superada. Ahora vamos a ampliar la pregunta, recorriendo por las implicaciones que comporta; se me ocurren las siguientes, pero hay más, lo sé:

-¿Somos conscientes de nuestras limitaciones, de que como personas humanas no somos infalibles sino todo lo contrario, es decir que nos equivocamos repetida e insistentemente en nuestro día a día?

Intelectualmente sí; pero, preguntados si actuamos en consecuencia con esta creencia, me temo que resulta que no. Creemos siempre tener razón. Nadie cree equivocarse; ni el asesino más abyecto reconoce haber obrado mal o equivocadamente. Cree tener una justificación para sus actos.

- ¿Somos conscientes de que con nuestra actuación y con nuestras palabras podemos herir o dañar a las personas que nos rodean y que de hecho lo hacemos cotidianamente?

Seguramente sí, pero acaso no nos importa. Recuerdo más de una vez haber sufrido perjuicios con las palabras y con los actos de alguna persona y que no le importara en absoluto, o que se negara a sí mismo el haber producido daño, o que se regocijara, incluso. Es un ¡toma, que ya te apañarás! Hay gente que hace daño por el placer de hacerlo, y los hay que no obtienen ningún tipo de beneficio a cambio, ni siquiera el placer derivado de  su sadismo. Podría dar algunos ejemplos entre la gente de mi entorno, y tú también podrías respecto al tuyo. A mis ojos, esto es maldad genuina, aquí no valen los perdones; ni los concedo.

Del otro lado también recuerdo algunas veces que no me ha importado herir con mis palabras a personas que sí me importan. Tú también tendrás ejemplos, supongo. Aparte del desahogo momentáneo de la ira, me pregunto qué ganamos con eso. ¿Provocar una reacción negativa en la persona receptora? Nadie nos ha tratado mejor ni se ha comportado mejor tras unas palabras hirientes, una regañona a destiempo o una pérdida de control. Sin embargo, yo no recuerdo haber hecho daño conscientemente a nadie; ¿quizá de forma inconsciente? Seguramente sí, supongo.

- ¿Sabemos que hacemos más daño a quienes más nos importan, a quienes tenemos más cerca,  a nuestros amigos, a nuestros seres queridos, a nuestros colaboradores, que les hacemos daño despreocupadamente y sin lamentarlo apenas, creyendo que como nos tienen un cierto aprecio nos perdonarán después una y otra vez?

Sí, solemos saberlo, solemos hacerlo. Pero lo obviamos, confiamos en que son fuertes y la relación resistente y nos perdonarán con la rapidez y bondad de la familia con la que compartimos techo. Pero pasa mucho tiempo, para que madure el perdón, y en las relaciones sociales, la confianza tarda mucho tiempo en ganarse y muy poco en destruirse. Con unas pocas palabras podemos echar a perder una relación en la cual hemos invertido años y esfuerzo en construir.

- ¿Cuántas veces nos hemos ido sin pedir perdón, sin decir lo siento, cuando hubiera sido lo que hubiera tocado, lo que debiéramos haber hecho? Innumerables, sin más comentarios. Recuerda algunas de esas veces. Ves cómo a pesar del tiempo transcurrido, aún sentimos vergüenza de ello.

- ¿Acaso nos supone una humillación el hecho de pedir disculpas? ¿Es acaso humillante reconocer el error para quien se ha equivocado o ha producido daño, en otras palabras, resulta denigrante el reconocimiento de las propias incapacidades?

Sí, supongo que sí. Para algunos al menos que no pueden bajarse del burro. Creen que deben ser perfectos y aunque se sepan equivocados defienden su postura a ultranza con mil argumentaciones; sucede a ciertos miembros de la clase política, a quienes les humilla encontrarse fallos y miden con distinta vara a los adversarios que a sí mismos; pues cometer errores, a sus propios ojos los convierten en indignos seres humanos.  No se lamentan ni reconocen que han obrado mal, que han sido injustos, que se les ha ido la mano, que han metido mano a la caja. Indignos, en realidad es lo que son. Conozco una persona que me ha dejado de frecuentar -de venir a mí- y casi de hablar desde el día en que supo que yo sabía de sus errores, por no decir actividades delictivas. Me las contó su mujer. Se siente humillado ante mis ojos y hace como si no me viera cuando me ve.

- ¿Acaso no es de sabios el rectificar, es que preferimos acarrear la culpa y el remordimiento de la actuación indebida, del orgullo mal entendido? Reconocer un error, ¿descalifica a quien lo hace? o por el contrario, ¿demuestra su capacidad para la autocrítica así como sentido de la humildad?
¿Tú tienes ya la respuesta en tu interior? Yo sí. Es de sabios reconocer los propios yerros, rectificar y excusarse, pero sin duda quedan muy pocos sabios entre nosotros. El peso de la culpa acompañará a muchos mientras vivan, penando así sus errores. Ni una sola palabra limpiará ese remordimiento que se les queda dentro. Y cuando te vean, tu sola presencia se encargará de recordárselo. ¿Te suena esto?

Sabemos que a veces, por la magnitud del daño infringido, disculparse no es suficiente. Deviene imprescindible una actividad encaminada a reponer las cosas a su estado originario o a la satisfacción de los gastos producidos. Pero no vamos a hablar aquí del derecho de daños, sobre esto se han escrito tratados a montones desde los jurisconsultos romanos -quienes resolvieron algunos casos memorables como el choque de carros en el capitolio-, y nada hemos de añadir a la regulación actual, intensamente aplicada por los juzgados y tribunales de todos los órdenes. A menudo nos han de obligar a rectificar y a indemnizar, ante la propia carencia de voluntad; pero no voy por ahí. Esto sería objeto del otro blog.

Voy a entrar aquí en los pequeños y contínuos daños que se producen, que producimos, en las relaciones cotidianas con las personas con las que interaccionamos, sean nuestros conocidos, amigos, familiares, clientes o incluso desconocidos. Quiero referirme a los supuestos que podríamos calificar como de baja intensidad del descuido formal, a aquellos casos en que disculparse mediante unas palabras dirigidas a quien antes hemos tratado de modo descortés, es conveniente; muchas veces unas palabras son suficientes, o si no lo fueren vale la pena intentarlo. Si la disculpa no es sentida, también resulta válida, como una norma establecida de educación, que es más que nada.

¿Y por qué digo esto? ¿Qué valor tiene una disculpa de cortesía, si al expresarla no la sientes en el corazón? Pues algo conserva, porque puede que no tenga el valor de acto de contrición, ni sirva para la confesión, en el caso de que la practiques. Me explico: desde el punto de vista de la persona que emite la disculpa simulada, no tendrá apenas repercusión interna. No le servirá para mejorar, ni para enmendar su comportamiento cara al futuro; sus palabras al no ser sinceras cabe que la otra parte se aperciba de ello. Únicamente demostrará un respeto mínimo respecto de las convenciones propias de la sociedad occidental en que vive. Bueno, ya es algo.

No olvidemos que mirando la situación desde el otro lado, la disculpa tiene a nivel individual, una repercusión positiva en el ofendido: un valor de restitución unido al deseo de ganar su voluntad o su perdón; y a nivel colectivo, el hecho de pedir excusas tiene un indiscutible valor social, de restablecimiento de la paz,  de las relaciones deterioradas entre los seres humanos. Creo que no hace falta que me extienda más en esto.

Ofrecemos un futuro de mutua consideración

En mi opinión, si somos nosotros quienes las ofrecemos, la disculpa tiene el valor indudable de hacernos sentir mejores personas; que hemos sido capaces de escuchar al otro, de hacer saber a esta persona que nos importa y que le tenemos muy en cuenta. Cara al ofendido, la disculpa le transmite que nos preocupa a nosotros lo que le preocupa o le pase a él o ella. De que empatizamos, que comprendemos sus tribulaciones y que somos capaces de ponernos en su lugar, aunque no lleguemos a comprender de qué manera le afecta o el alcance del perjuicio sufrido.  Para ambas partes: la disculpa tiene un valor inestimable para la convivencia futura. Solamente nos disculpamos con alguien cuando tenemos intención de que la relación se prolongue en el tiempo. Si no, no perdemos el tiempo, nunca mejor dicho.

¿Por qué nos cuesta tanto, entonces, pedir perdón por nuestras faltas y errores si conocemos los beneficios que todos obtenemos con ello? ¿Acaso no nos han enseñado a decir perdona? En casa y en la escuela, y en las diversas confesiones religiosas, nos enseñaron a pedir perdón y arrepentirse desde niños. Forma parte de las normas básicas de la educación cívica o religiosa decir lo siento cuando hemos herido u errado. Entonces, es que no hemos aprendido, o lo hemos desaprendido por el camino de la adolescencia a la madurez. No creo que, al menos en nuestra cultura occidental, hubiera familia que se olvidara de enseñar esto, como no fueran de psicópatas, que de forma patológica no empatizan con el dolor ajeno.  Yo no lo concibo posible, pedir perdón forma parte de la socialización de las criaturas, la escolarización de los niños es obligatoria desde hace décadas, y en los colegios y en las iglesias de todo tipo se ha hecho especial incidencia en las normas morales y de convivencia, tan necesarias por su propio carácter y naturaleza. Por favor, discúteme esto, ¿a tí te han enseñado a pedir perdón, cómo ha sido en tu caso?

Yo sólo puedo opinar respecto a la educación recibida por quien escribe en una institución laica; que me enseñaron una más entre las normas sociales, desde luego, a pedir perdón, pero desde la distancia aprecio diferencias sexistas en ello. En casa y en la escuela incidieron sutilmente en la conveniencia de que las chicas siempre pidieran disculpas aunque el hecho no lo mereciera, que no molestaran, se mostraran convenientemente sumisas y sonrientes, no provocaran el mal genio ajeno, seguramente, pienso que para protegerlas de sus temibles consecuencias; así me comporté yo en mi infancia hasta que me revelé a ello; mientras a los chicos, desde la igualdad teórica que ya se predicaba, en la práctica se les estimulara la innata agresividad, el exigir sin corresponder, el tomar sin pedir permiso, el empujar sin pedir perdón por ello... la falta de educación, en suma. Muchas mujeres han padecido desde antaño todo tipo de agravios pasivamente, disculpándose cuando no había motivos para hacerlo, sólo para pasar desapercibidas. ¡Llegando al extremo de disculparse con el ofensor! Como una amiga muy bien educada que tengo, que hace unos meses le dieron un empellón para robarle la cartera en el metro de Barcelona y dijo lo siento al ladrón. Desde luego, volverá a ir en taxi.

En definitiva, habiendo recibido una educación desde casa y escuela en teoría similar, pero tan diferente en la práctica, encontramos una carencia emocional en algunas personas, mayoritariamente del género masculino, que debe sumarse a su científicamente constatada deficiencia de origen genético para empatizar o para comprender los sentimientos de los demás. Con honrosas excepciones. Carencia que no es una ventaja ni les produce más felicidad.

La incapacidad de saber decir lo siento cuando es preciso.

Me resulta incomprensible que una persona educada en nuestro ámbito judeocristiano, en este mundo occidental, sea incapaz de asumir un hábito pacificador cual es decir lo siento cuanto ha errado, cuando se ha descuidado, cuando incluso sin querer ha producido un daño o cuando con sus palabras puede ofender a alguien... Pero es así, tenemos tantos ejemplos cotidianos de ello. Personas de buena reputación, de buena educación, personas de cierto nivel social que no se disculpan nunca, que se creen que pueden pasarse con los demás, que todo les es debido. Qué es esto: ¿narcisismo, orgullo mal entendido, personalidad arrogante y avasalladora? Yo te lo diré: se trata de una disfuncionalidad mental que provoca una falta total de empatía con el padecimiento ajeno; poca o mala o nula educación a pesar de las apariencias y de los esfuerzos de sus mayores; carencias profundas de autoestima; indicios de psicopatía.  De todo un poco o un mucho habrá, según los casos. No digo que sea enfermedad, porque eso sería un disculpa y no es mi intención.

Es beneficioso y resulta extremadamente fácil articular unas palabras de disculpa. 

Y produce tan buenos réditos, decir lo siento, para quien lo pronuncia, y para quien lo recibe. A menudo unas palabras por sí solas son capaces de restablecer relaciones deterioradas por los excesos del pasado. O rotas precisamente a consecuencia de su omisión: no le hablaré más por su falta de sensibilidad. Únicamente se esperaba unas palabras amables de disculpa. Tanto que nos gastamos en coaching, en consultores, en psicólogos, en médicos y en abogados, y resulta que tan sólo nos hace falta un poquito de humildad, la suficiente para reconocer que nos hemos equivocado, que hemos provocado un sufrimiento sin pretenderlo, que lo lamentamos, y que la otra persona nos importa, y que queremos seguir relacionándonos con ella en un futuro. 

Es un método curativo para instaurar en nuestras relaciones la paz social, que tanta falta nos hace estos días en que todo el mundo nos deseamos felicidad.


ALz.



jueves

Proceso mamario


Siguiendo con las ilustraciones del dibujo a carboncillo, aquí van más procesos pictóricos glandulares: el post de hoy va dedicado a un nuevo proceso: en esta ocasión, observaremos cómo se van delineando las formas y revelando los volúmenes con las líneas y sombras de los tejidos que rodean las glándulas mamarias del modelo.

Parecen diferentes modelos, pero no. Obsérvese el distinto volumen del pecho, del vientre, de la forma curva de la cadera. Lo que son diferentes son los artistas que lo plasman.



Proceso mamario

(Workart in process)


Fig. 1.


Fig. 2.



Fig. 3


Fig. 4.


 Fig. 5.


Fig. 6.


Como de costumbre, el ojo dibuja no lo que ve, - lo que existe objetivamente -, sino lo que los artistan tienen en la cabeza. Como queda demostrado de la observación de las figuras que aquí se han traído.



domingo

De visita


¡Que placer el encuentro con los amigos! Ponernos al día, contarnos nuestras cosas... ¡Ir de visita! Y sin embargo este placer no siempre ha sido voluntario para mi, ¡Qué va!

Hace años, de niña, solía yo acompañar a mi madre de visita a casa de sus amigas, lo que me aburría soberanamente. Nos sentábamos en la salita de diario si había confianza, y siempre nos ofrecían calor, charla y una copita de jerez dulce. Pasábamos la tarde en compañía hasta que se hacia la hora de volver a casa a preparar la cena.

También recibíamos en casa, una o varias veces por semana y entonces yo salía y saludaba y besaba y preguntaba que tal está, y poca cosa más, porque podía volver a mi habitación a mis cosas, normalmente pintaba o escribía, y cuando pintaba era inevitable que la visita pasara por alli al irse, se despedía de mi y cotilleaba si yo tenia ordenada la habitación o no, (siempre según mi madre), y yo debía corresponder siendo amable y enseñando mis últimas obras ante la mirada complacida de ésta.

Sin embargo, ahora no nos visitamos apenas; un par de veces al mes a lo sumo, quedamos con los amigos fuera de casa. Menos mal que todavía quedan restaurantes entrañables como Aires de Vendimia, montado en un chalet como los de antes, tan acogedores como una de aquellas salitas que yo recuerdo de mi infancia. Donde nos reencontramos cada tanto algunos amigos a compartir tanto tristezas y tormentos unos, como alegrías y risas otras.

ALz

sábado

3 2 1... fuego!


¡Invierno!

 La luz se abre camino

Feliz solsticio, amigos.

A mediodía


Esta foto titulada "a mediodía" representa para mí la paradita, el break, la foto está tomada un día cualquiera de otoño, pero pudiera ser invierno, primavera o verano. Un mediodía cualquiera pero con sol, en un sitio que sin embargo no era un sitio cualquiera: era un sitio muy bien escogido para disfrutar de un rato de tranquilidad y de lectura fructífera y tranquila, esta vez en soledad, desconectando del mundanal ruido para entrar en el reino del silencio, con unas vistas impresionantes del entorno; al que sea capaz de adivinar, dónde, le invito a la próxima. ¿Necesitáis una pista?

Ya no quedan hombres





Como los de antes.  
Hombres íntegros, valientes, audaces, tenaces.
Hombres cuya palabra iba a misa. 
Herederos de la gloriosa estirpe que sometió los reyes a los fueros. 


 Dejadme llorar amargamente, amigas, he de desahogar mi alma bañada en lágrimas porque estoy de luto por esta lamentable pérdida. 


Hoy he enterrado al último hombre cuya credibilidad restaba incólume ante mis ojos. Ya, ni los viejos resisten.  Con él se pierden definitivamente mis esperanzas en aprox. la mitad de los corpo-mentes de la raza local. 


Se perdió la honra incluso antes de perderse la honradez. Y ni aun eso subsiste ya en una sociedad codiciosa y ávida atacada por el virus del sálvese quien pueda. Las palabras se las lleva el cambio politico, o el viento, o la brisa, o lo que convenga. 


Desprecio profundamente los hombres faltos de palabra, mancos de hombría. El verbo voluble acompaña la decadencia del macho, y el hundimiento definitivo de las relaciones empresariales y políticas, pues la memoria y la técnica sobreviven a las palabras vanas. 


¿Como voy a concertar tratos en estas condiciones si no es acompañada de mi secretaria y de mi abogado? No soy hombre sino hembra, ya lo habrás notado. Una hembra muy hembra. Depositaria de los valores de mis ancestros que conservo orgullosa y celosamente, de los celtas, de los íberos, de los romanos y de mi abuelo. Y he habido de acomodarme al nuevo paradigma, substituir la palabra dada por el contrato proforma y la provisión a cuenta. Cuenta, cuenta, cuéntame. No muevo ni una uña. Firma aquí.

jueves

Mi lista tonta

Hola... Estoy aquí... Preparando la lista de mis buenos propósitos para el año que viene o al menos lo que queda de éste. 

 Comenzamos: 

 - A partir de mañana vuelvo a los entrenos a sudar y me dejo del tai chi y polladas. (Lo siento, chicas) Cambio el chandal de invierno por unos leggins que marquen entrepierna, glúteos y gemelos.

- No dejo pasar un dia mas sin psicoanalizarme. Cambio a mis psicólogos por un buen psicoanalista. Preferentemente que desee interaccionar con los pacientes tipo el método de Jung. 

- Tengo un hijo nuevo o recupero el que ya tengo, creo. O al menos lo intento. Dejo un paquete de condones A-bi-er-to en su armario. Le pongo deberes de usarlos. 

- Sincronizo mi agenda y felicito a todos mis clientes y amigos el año nuevo. O a parte de ellos. O a los que me interese, directamente. A los que me caigan mal, ni caso. 

- No asisto ni a una cena mas, familiar ni laboral, de Navidad. (¡jua jua, recién cunplido!) Este año no compro árbol ni renos. 

- Reparto las figuras del Belén por toda la casa, como si se hubieran divorciado la burra con san Jose y el buey con la virgen. Coloco el niño en la peinadora, como hacia mi madre y al Angel en el baño de los chicos, colgado de la alcachofa. Los reyes ni los saco, o los dejo donde el buzón, con los recibos del banco; que roben lo que quieran y que sepan los invitados que en esta casa se respeta la monarquía. 

- Llamo a aquel amigo que hace años que no veía, tenemos una charla larga e improductiva antes de olvidarnos otra vez de nuestra respectiva existencia. No decirle que le han salido, papada, barriga y canas y que ha perdido el sex appeal que tenia antes, pero pensarlo, sin reflejarlo en la mirada, mientras dejo que me mire el escote y vea lo que se ha perdido. 

- Hacer solamente el trabajo que me interese, el que me guste y que me divierta. Y si no me da pa comer, dejar de cenar, pero no de trabajar en lo que quiero, con quien quiero y donde quiera.

- Buscar una motivación (no laboral, je) para dejar de comer, dejar de comer, dejar de comer. El qué ya lo sé yo: torta del Casar, polvorones. Hipnosis, yo se lo que me digo.

- Busco un experto en tantra y me aplico al aprendizaje tres dias por semana sin perder ni una clase. Pagadas, que dicen que te lo hacen mejor. 

- Dejar de leer blogs en inglés y dedicarme a la práctica oral con nativos cuantificados (sí, sí, has leído bien, -cuan-);  ya no no quiero un profesor hardvardiano. 

- Dejar de visitar museos cuando viajo y concentrarme en los monumentos actuales. 

- Vivir, vivir y ser feliz. 

- Bueno, quizá falta algo más, no sé, ya iré pensando, igual añado algo... 

- ¿He dicho ya dejar de fumar? (Ah, no, que tonta, si ya no fumo)