viernes

Osar amar




La única vez que mis labios dijeron esas palabras recuerdo la vergüenza que me embargó al pronunciarlas. No pude evitarlas, pero menos podía evitar el amarle.  Tal era la intensidad de ese sentimiento que nunca más volvió a mí en toda su integridad. 


No le dije te quiero porque no le quise: Le amé.


Confieso que a él le amé. Juré nunca más repetir esas palabras, cuando todo acabó; nunca las dije ni las diré de nuevo. También juré no volverme a enamorar... pero no pude cumplirlo. Pero es que el amor puede más que tú. Cuando llega, y cuando se va, impone su ley.


Querer, he querido... tantas cosas, y a tantas personas, y algunas parejas, un poco más. Ofrecí mi amor a pecho descubierto. Pero éste para ser ha de venir de vuelta, siendo; y yo sólo digo que conocí los puñales y que el amor en mi seno aún no se ha instalado.


Amor se escribe con h porque contigo yerro.

No he querido ni quiero, que me quieras sin que quieras quererme, pero queriéndote, quise que me quisieras. Y no quisiste.


Y eso me duele. No temo las palabras, ni siquiera a las que se dicen falsamente. No me duelen las palabras, desengáñate, me duelen las traiciones. 

No creo lo que dices sino lo que haces.

Hay que ser quien uno es, vivir lo que se vive y sentir lo que se siente. A tí, un día te quise. A mí, un día me quisiste. No digas que me quieres. No me quieras, aunque quisieras. Ni quiero ni me dejo querer por quien se impide sentir lo que se siente. Y tú por mí no sientes nada.

ALz.




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