domingo

No era ella








No estábamos los dos mas lejos que ahora tú y yo.

Se paró detrás de mí, me tocó el hombro y me sonrió.

Me volví, y no era ella, sino yo.





ALz.






Licencia de Creative Commons




lunes

Por alusiones









 —Esto va por mí y no sucedió así.

Ya sé que te refieres a mí cuando cuentas vivencias, experiencias, soledades, maldades, vicisitudes; ya sé que hablas de mí, que hablas para mí, o al menos yo me lo imagino y creyéndomelo me crezco, y me siento que importo. ¿Quizás a tí?


—Es una pena que te equivoques, pero yo te digo gracias, porque A nada más aspira quien escribe, sino a llegar al fondo de quien lo recibe. Porque puedo decir que escribo sólo para tí, pero sería incierto. Escribo para tí, para él, para ella, para vosotros, para ellos; y también para mí. Sobretodo para mí, que lo ideo y soy quien lo disfruto mientras repienso lo que quiero decir y cómo lo transmito para que llegue ahí: dentro de tí, y que lo sientas; y que te rías, y a veces hasta te duela.


¡Me satisface tanto comprobar que mis palabras mueven un río de sensaciones en algún lugar muy lejos de mí! Escribir desde el corazón es un acto tan significativo y desprendido como ofrecer tu mejor rosa. Gracias. A cuántos me dirijo, no sé; a cientos tal vez, a todos; pero siempre hay a quien le haga un guiño reconocible, recordándome de su persona mientras escribo. Quien lo sabe, sé que sonríe y lo comprende. Pero te repetiré que cuanto aquí hay escrito a nadie se refiere. Cuando escribo, mi voz habla por bocas múltiples y no delato a nadie. 


Pierde cuidado, cuéntame tus cuitas, dime al oído, que yo te escucho, y te novelo; con gusto conservo cientos de secretos, miles de recuerdos, forma parte del oficio. Sin embargo comprende que vivo para inventar imágenes y para articular historias provocando la apertura de esa puerta íntima que guarda sentimientos dormidos. Cuando te pasa a tí, esto se llama darse por aludido.


Me gustaría llegar a provocarte una sonrisa, una caricia, una erección, una rabia, un enfado, una desesperación. Cada día distinto. Díme si acaso lo consigo. Cuando me despierte mañana volveré a escribir y de nuevo a nadie me referiré y sin embargo no estaré sola sino contigo. No me importa. Léelo de nuevo en voz baja, siente lo que remueve en tu ser, pero eso no me lo cuentes. Sólo suspira, y siente.


Elude responder por alusiones. No sé si alcanzas a vislumbrar el alcance de mis palabras. ¿Cómo podrías asegurar que hablo de tí?


Pero... ¿sabes? sólo por hoy acertarás, porque esto escribo que hoy aquí, esto...  ...es para tí.


ALz.



Licencia de Creative Commons

viernes

Alguien




Hay una persona a quien le tengo cierto aprecio todavía y, me pasa que a menudo cuando hablamos y casi siempre que chateamos, como resultado de nuestra interacción y especialmente por algunas de sus palabras, me embarga una cierta incomodidad y acabo con una desagradable desazón que siento en la zona central de mi cuerpo.

Esto que siento perdura hasta un rato largo después de finalizada la conversación no me satisface y no quiero repetirlo. Sé que juega conmigo, pues lo hace a propósito, y que no sabe el efecto que me produce, pues no se lo pienso desvelar. Pero repetimos y me vuelve a suceder. He de hacer caso a mis sentimientos, porque son muy insistentes, suficientemente fuertes y me avisan desde dentro claramente. Me están diciendo desde su lenguaje corporal algo que nace desde lo más profundo del inconsciente de mi ser: bórrale pero ya.

Alguna vez hablo en voz alta conmigo misma, cuando me miro, cuando estoy a solas sin nadie que me pudiera escuchar, y me digo cosas como si se las dijera a mi mejor amiga. Así devienen palabras y pensamientos, poniendo nombre a lo que siento. ¿Cómo sé lo que pienso si no lo digo? Pues eso; a veces hablo sola, como mi abuela.

Soy muy buena y muy sensata dando consejos; y confío plenamente en mi criterio. Mi razón me dice que desconecte  cambie teléfonos, que bloquee chats, que en todo caso, me reprima y no conteste. Que me ponga un esparadrapo en la punta de los dedos por si no puedo contrarrestar el instinto de escribir, de comunicarme. A veces no puedo, o casi no puedo, y los minutos, las horas y los días en que lo consigo son un logro para mí.

Me sumerjo en estas sensaciones para sentir, para saber lo que siento. Para comprenderme desde la vivencia. Sea agradable o penosa. Y lo hago, dándome amparo, cobijo y valor. Sigue así.

Y me pregunto si quiero repetirlas. Los sentimientos, como el algodón, no engañan: Calla y olvida. Ni se te ocurra volverle a ver.

ALz.



Licencia de Creative Commons

sábado

A mí qué.




A tí, que hace tiempo que no nos vemos, quiero decirte que. Tenías cosas que decirme. Y sin decirlas, aquel entonces te marchaste y. Hoy nos hemos visto, me miraste. No te has atrevido a hablar.

Ni yo. Me quedé con cosas que decirte. Y por no decirlas, me fuí también, no sé por qué. Y se han quedado las páginas vacías y mis muñecas rotas. A mí, que escribo tanto; a mí, que tantas cosas tuve que decirte, pero callé como hoy me callo; y hoy sé por qué.

A tí que hace tanto tiempo que no nos vemos, quiero decirte que. Es lo mismo que lo que fue hace años desde que nos dejamos de ver, ahora que te veo de nuevo. Es que hoy te vi pasar y te busqué los ojos que me miraron pero no me vieron.

Porque no adivinaste mis pensamientos. Parece que fue ayer. Y te podías haber muerto ya; y aquella esquela que ví con un nombre como el tuyo, pero sin embargo no eras tú, tú podías haber sido. Te veo bien.

Apenas has cambiado. No más de lo que cambié yo. Pero tú, por no cambiar no te has has movido ni de lado.

Son los años que; hace que no nos vemos y, los que pasarán sin vernos. Son los años que; dejamos de ser amigos, compañeros, conocidos y. Son los años que dejamos de querernos, de buscarnos, de hablarnos, de confiarnos, no.

No volverán. Yo no te quise ver más, porque me fallaste y; a mí qué. ...Al final me olvidé de tí.  Ha llovido tanto, tanto; tanto ha mojado el agua los campos, y el asfalto, y tú sigues ahí. Estás igual.

Pero me quedó por decir todo aquello que; ...lo que quise un día decir. Y sin embargo no te lo dije, y lo llevé en mí. Pero me pesaron las palabras calladas en esta boca; ...sellada. Y siempre de esto me he de arrepentir. Las cosas se dicen cuando toca.

Y ahora ya no me importa que tú sepas o no. Pero sin embargo... sepas que pienso igual. La lluvia de los años no ha lavado que. Tú me traicionaste en aquel ayer. Quiero que lo sepas a pesar de que.


Y a mí hoy qué. 

Nada me importa, pero.

ALz.












(Instalación: ARCO 2013)



Licencia de Creative Commons