jueves

Cuando me siento feliz no quiero escribir









Cuando me siento feliz no quiero escribir, aunque sean los que me invaden unos momentos de felicidad efímera, que no llegarán al final del día; si lo hago, no escribo más que simplezas, al menos a mí me lo parecen días después, al releer lo escrito y antes de proceder al descarte. Para escribir prefiero la serenidad del ánimo, incluso la tristeza o el desengaño; las expresiones de exaltación son mejores cuanto más íntimas, como el orgasmo.

Es diferente cuando contemplo las manifestaciones de felicidad de los demás, especialmente si han sido consecuencia del encuentro donde he resultado perdedor, muy distinto de las otras inocentes, ya la vez muy especial. Ahí me es fácil describir lo que se ve, lo que se intuye. Observo y hallo significados en los rostros, las manos y las poses, en esas muecas exultantes que enmascaran la ilicitud de los medios, el engaño, la traición. Los partidos en la vida no son como en el deporte.

Cierto que cuando me siento, acaparando el aquí ahora de esta jornada que pudiera ser la última, sentencio como si me restaran contados días de existencia. Mis dedos sólo teclean el flujo de mis pensamientos. Está bien así, los observo y permito hasta que me silencio; es simple consecuencia de las canas la acumulación de experiencias.... de índole diversa. Cuando soy feliz prefiero leer, charlar, pasear o crear. (Hasta que se me pasa)




ALz

domingo

Almacenamiento en masa






Como echar agua a un pozo que penetra en las profundidades de la roca. Así ha sido la constante inversión en mí mismo. Fuí acumulando sabidurías sin ver el fondo; desechando otras, sin ver a menudo, su utilidad. Sé que es lo mejor que pude hacer, aún a riesgo de padecer el olvido de ciertas enseñanzas, la crueldad de algunas experiencias, la inutilidad de las doctrinas y el gasto del propio organismo y tiempo.

Voy extrayendo los frutos de mi cultivo, como de un pozo el agua así fertilizada, sin que se observe final, si bien lo hay. Rezuman conocimiento mis rincones, gotean comprensión mis paredes, destilan entendimiento mis vivencias. Acudo a mi sistema neuronal de almacenamiento experiencial masivo donde anido toda esa serie compleja de siembras, amores y conexiones. 


ALz.



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sábado

Ciudad luna




Oculta tras una inabarcable muralla pétrea
que se interpone entre mi luz y tu luz.

La luna impone su curso. Así,

lo que debe salir, al fin sobresale y se deja ver;
lo que no, no; y lo que debe ser, un día será.

ALz



martes

Alguna vez hay que parar





O decidir cuándo dar la obra por finalizada:





"Todos los que escribimos sabemos que si reescribiéramos otra vez un libro podríamos limar sus asperezas, avivar los tramos muertos, rellenar esas depresiones en las que el estilo cae; sin embargo, en algún momento hemos de detener esa búsqueda de la supuesta perfección. 

Nos enfrentamos aquí con el más peliagudo problema que se le plantea a la inteligencia. ¿Cómo saber si el criterio que se utiliza para evaluar es el mejor posible? La calidad de una obra depende de la calidad del criterio, pero ¿quién nos advierte sobre la calidad del propio criterio?"






Texto: J.A. Marina, Teoría de la inteligencia creadora.
Pintura: Susana Moreno.

domingo

MACE







En ningún lugar hoy como en el MACE. No es sólo porque fuera el día dedicado a los museos, que también. Precisamente por esto tiene hoy algo muy especial, muy de fiesta. Reencuentro con antiguas amistades, estas que hace meses años, lustros, y hasta decenios..... (díme que estamos igual pero yo a tí te veo mejor, ¿verdad?), encuentros con amigos de mis amigos (qué sorpresa conocerte hoy aquí, ¿no es cierto?)...

En ningún lugar del mundo podría hoy haber estado mejor que entre el arte, los amigos y los amigos de mis amigos, con una colorista representación de artistas, ex-, compañeros, políticos, abogados, madres y pintores, aquí queda eso; mi mundo.

La temporal de Flanagan y Barceló. Próximamente las fotos, no comento la exposición. Los autores ilustres se comentan por gente entendidísima. Yo no. Yo sólo miro el arte con ojos de artista que no sabe humildemente sino hacer arte. 

A Calbet, el reencuentro en el museo. Los dorados cual imán colgado en la pared tiraba de mí hacia él, le reconocería entre mil que hubiera. En su pintura ambos nos vemos sin pretenderlo en una imagen efímera, intemporal, a pesar del tiempo transcurrido. Tantas veces nos despedimos.





Crónica. Se pudo bailar a ritmo de jazz, siempre que no te mires los pies, uno no puede seguir el paso si tiene miedo de caerse, ya sabes. Eso, ya sabéis que nunca saco a las personas, pero que no se diga que no se adivina el ambiente en los gemelos de la gente. Metros abajo, el yacimiento, los cimientos.


ALz.

viernes

La temporada





Sí, yo ya he ido, acabo de volver. Comienza la temporada de baños. Ya se puede. El agua está fresquita, pero tonifica, te pone todo el cuerpo a tono. Y para muestra aquí mi chico saliendo del mar. Ahora bien, tú no bajes a mi calita que no quiero que le veas. Este año quiero estar a solas, sin nadie que me moleste. No, por supuesto que él no me molesta. Alguien me tiene que dar cremita, ¿no?














Foto: Luizo Vega.

jueves

El árbol caído



Destaca en el bosque de líneas verticales y oscuras como objeto de meditación.



Me detengo y me silencio ante 



el poder ingobernable de la naturaleza 


sobre los seres a los que acoge. 







martes

Las cosas nuevas


   
"Las cosas nuevas ensombrecen el horizonte de incertidumbres."

"Las cosas nuevas iluminan el horizonte de ilusiones."



No sé con qué frase comenzar a escribir lo confieso, y en este punto, al inicio de mi redacción matutina, creo sinceramente que debo elegir una de ellas y no atascarme en el día a que doy comienzo.  Me da la impresión, mejor dicho, tengo la seguridad, de que el tono del escrito variará sensiblemente cuando elija una de las dos y prosiga por la senda marcada. Y sin embargo, no sé con cuál me quedaría esta mañana de abril.

Hay que ser positivo, positivo a ultranza; sin duda es la mejor forma de proceder, coinciden en afirmar reputados autores americanos y algunos españoles, aunque a estos últimos les cuesta más, obviamente. (Me refiero a sostener con sus únicas fuerzas el optimismo existencial.) Sin embargo, mis sentimientos al respecto son hoy ambivalentes. Amanece, y me siento más que nada, realista.

Ambas frases pueden ser igualmente ciertas, o válidas, e igualmente torpes para decidirse a pensar. No sé por qué me lío esta mañana, será el frío del alba. Creo que dejaré las cosas como están, dejando de meditar o mejor aún, dejando de escribir sin pensar. Intercambiaré los verbos, jugando al sofismo. Es posible que ambas frases arrojen un nuevo sentido clarificador, o al menos diferente, y que sea capaz de defenderlo.

Las cosas nuevas iluminan el horizonte de incertidumbres. 

Sí, sin duda, porque la duda y la incertidumbre son intrínsecas a la existencia, porque nadie conoce su destino dónde le lleva; ni su vida, cuando termina. Las cosas nuevas introducen otras variables inesperadas, que pueden hacer entrar lo nuevo, fresco, luminoso y vital a estos días rutinarios y sombríos.


Las cosas nuevas ensombrecen el horizonte de ilusiones. 

Sí, sin duda, digo ensombrecen, porque las ilusiones no son hechos constatables sino efectos ópticos y a menudo alejados de la realidad. Sí, digo ensombrecen porque ocultan el horizonte, lo enmascaran interponiendo el mundo de los deseos entre yo mismo y la realidad que me circunda. Yo quiero que la realidad reine en mi vida, no quiero volver a la cueva platónica de las ilusiones. Quiero la cruda y dura, la puta realidad. 

Qué fácil es darle la vuelta a las cosas.

ALz.




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sábado

Sixtina



Hay cosas que vale la pena hacer aunque cueste media vida el pensarlo y la otra media el conseguirlo. Incluso aunque no se llegaran a conseguir vale la pena hasta morir en el intento. Hay cosas que merecen el esfuerzo, aunque haya que obligarse a luchar, aún a costa de sacar fuerzas de la flaqueza, del miedo y de la incertidumbre. En la proximidad de la tumba no vayamos a sentir tristeza por las oportunidades perdidas y por los sueños abandonados, por no atreverse a ser uno mismo y desarrollar todo nuestro potencial y creatividad. Vamos a hacerlo, cuanto menos a intentarlo. Lo importante es el camino, no el destino. Creo que nos arrepentimos precisamente no de lo que hicimos, sino de lo que no llegamos a hacer. 

Vale la pena embarcarse en el proyecto, perseguir nuestros sueños. Aunque en el trayecto vayan quedando atrás quereres, lugares y personas que hemos de dejar y que no nos van a acompañar en lo nuestro. Especialmente los que querrían que les acompañásemos en lo suyo. Antiguos compañeros, jefes, maestros, amantes, amigos queridos. Y qué decir de los enemigos, tan estimados, tan necesarios para descubrirnos el próximo paso evolutivo, olvidados cuando ya no se necesitan. Sí, no me arrepiento de haberles conocido a todos y a todos adeudo alguna putada valiosa. Les agradezco las enseñanzas y hasta los palos que me han dado; y diré que no sé cuales han sido peores; si tuviera que elegir, sin duda serían los golpes provenientes de aquellos que se llamaban amigos, por dolorosos y traicioneros. Gracias, amigos y enemigos, sin vosotros no sería la valiosa persona que hoy soy.

Pensando en la influencia de los amigos y los enemigos sobre los propios designios,  en plena pausa de la lectura estaba, cuando la tarjeta de acceso a la Sixtina fue a caer entre los geranios y trajo a mi consciencia que hay sitios donde vale la pena ir aunque sea una vez en la vida. Y sobre todo, que hay sitios donde vale la pena quedarse a pasar la vida.

ALz.


El deshielo (II)


La corriente ruge hoy, furiosa. Siento su llamada desde lejos y acudo a meditar a su orilla. Me pierdo largamente entre los bucles que forma el agua contra las rocas y su encaje de espuma. Para mí el juego de verdes y blancos es bello y su observación me sumerge en un estado de contemplativa felicidad.

Tan sólo un par de días atrás, la nieve, hoy casi desaparecida, se iba fundiendo soltando hilillos líquidos que corrían caprichosos saturando el suelo, tiñiéndolo de oscuro y despertando las raíces. Desde las cumbres, de forma ingente, se unieron gota con gota con gota, hilo con hilo con hilo, litro con litro y así formando arroyos y riachuelos y ya nada la puede detener.

Aquellos arroyos formaron el río que ves, que fluye pendiente abajo con una considerable velocidad sin que parezca desgastar su caudal. Es inevitable sentirse partícipe del proceso que inició el deshielo y extender la fantasía a su llegada a lagos, ciudades, pantanos, pueblos y deltas. La vida que le deparará la naturaleza antes de unirse al mar será larga y llena de vicisitudes, y quisiera descubrirla andando por los márgenes, sin acudir a documentarme en libros ni en textos de geografía. 

De repente sé que no hará falta, pues conozco bien esta corriente ya que caminando acabo de descubrir cómo se llama. ¡Vaya! Siento una sorpresa como el que reencuentra a un viejo amigo y que me impide cerrar los ojos ante el nombre familiar del ya río, nombre y cauce que conozco de cientos de kilómetros más abajo, cerca de la desembocadura.  

Es largo el camino y son variadas las formas que adopta el río, como la vida. Y en las etapas de éste no siempre se nos hace reconocible que es uno y el mismo, y que nuestra consciencia parte de similar proceso.

ALz.



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viernes

Traslación de responsabilidad


Es un término de uso jurídico pero lo aplico en este post a la vida cotidiana, porque describe perfectamente un proceso del que soy testigo y parte: cada vez soy más consciente de la utilización de la traslación de responsabilidad por gente con la que me he relacionado en algún momento reciente de mi vida. Obviamente, el lugar donde pretenden trasladar esa responsabilidad es a mi persona. Por eso me interesa especialmente la disertación teórica sobre el tema en la que te invito a participar.

La traslación de responsabilidad es un comportamiento con alto potencial destructivo y su funcionamiento es extremadamente sencillo: consiste en un patrón de comportamiento que utiliza la técnica del reflejo para eludir las propias faltas, las propias culpas, las propias responsabilidades, para eludir pedir perdón o decir lo siento. Pasar el tanto de culpa a otro. Y quedarse tan a gusto.

De forma activa trasladaría la responsabilidad quien encontrara una minucia en el comportamiento ajeno que enmascarase un gran error propio desviando la atención de sí mismo hacia los demás. Esto sirve sólo a quien lo hace, psicológicamente pretende liberarse de culpas y de remordimientos. A quien recibe la carga ajena, si la acepta, le aguardan grandes sufrimientos psicológicos y el engaño de cargar con una responsabilidad que no le pertenece. De forma pasiva tragarse el señuelo representaría la aceptación de la responsabilidad y lo que esto lleva aparejado.  No es difícil creerse culpable y menos cuando uno está predispuesto a ello. Así, pues, cuidado en aquellas ocasiones en que ves el mundo desmoronarse a tu alrededor y te preguntas: ¿y yo qué habré hecho ahora o qué no habré hecho ahora? y rápidamente encuentras respuestas que alguien te da pero en el fondo no entiendes cómo puedes haber sido el responsable del desastre. 

Como si A se deja el gas abierto todo el día en casa; a la noche B vuelve a casa y enciende un cigarrillo. Ante la catástrofe le diría A (en el supuesto de que ambos hubieran sobrevivido): no hubiera pasado nada si (B) no hubieras fumado, si hubieras dejado de fumar, como era tu deber.  Pero la realidad objetiva es que fumar es un comportamiento que entra dentro de lo normal y dejarse el gas abierto es negligencia o intencionalidad pura. Obviamente, si la traslación de responsabilidad ha funcionado contigo y te ha afectado, ocupando la posición de B, observarás que no eres el desencadenante de la situación ni el responsable de la misma, sino que alguien necesita hacértelo creer para que acarrees con una culpa que no es la tuya. El otro consigue (sólo) aligerar su conciencia, creerse inocente o superior, y evitar ser recriminado por B.

No es tanto el "yo no he sido sino que has sido tú", como que "siendo yo el culpable y sabiéndolo, cargues tú las consecuencias, las culpas de mis propios actos, liberándome a mí del malestar o del remordimiento que siento por no haber hecho lo correcto. Yo me siento de algún modo liberado y justificados mis actos mientras hago que la víctima se sienta culpable, sufra, calle y no proteste demasiado, sobre todo que no me eche a mí la culpa o que no me monte el pollo en cualquier esquina."

No voy a decir qué tipo de persona ejerce este comportamiento manipulativo sobre otros, ni cuál acepta cargar con las culpas de los demás, tú mismo encontrarás algún ejemplo cercano en tu experiencia personal, incluso puede que hayas ocupado un lugar en la ecuación. Se trata de ser consciente de que esto sucede constantemente, y de ponerle freno en cuanto te afecte. Yo te aseguro que en la actualidad ni doy ni acepto culpas que no son mías, pero observo los intentos de hacerlo conmigo. Me molesta que lo intente gente que yo aprecio o al menos apreciaba porque demuestra que tiene muy poco aprecio por mí y no consigue más que mi desprecio.

En el mundo del Derecho antiguo y moderno hay ocasiones, pero contadas, en las que de los actos de una persona haya de responsabilizarse a otra que no tiene nada que ver con los hechos. De los actos del menor deberán responder los padres que están a su cargo pues la patria potestad incluye también estas cosas; ya  en Roma respondía el señor por los actos de los esclavos. En Derecho Penal existe la ficción legal de que una persona jurídica puede cometer un delito, ser juzgada y condenada por ello: una sociedad mercantil puede tener responsabilidad penal por los actos de las personas físicas a cuyo cargo esté, al margen de la indudable responsabilidad civil.

En la vida cotidiana la traslación de responsabilidad consiste en esencia en hallar actos de otra persona que acarrearán y enmascararán las propias culpas, y ésa persona los remordimientos, los perjuicios e incluso la reprobación social que conllevarían nuestros propios actos. Es una técnica manipuladora y ruín que consiste en culpar a otros para descargarse a sí mismo del sentimiento y de la responsabilidad que conllevan los errores propios.

Hay un proceso psicológico que opera de modo equivalente, se trata de la proyección. Dicen que las personas estamos diseñadas para proyectar en otros lo que no nos gusta de nosotros mismos. Aprovechamos para criticarles y denigrarles por ello, cuando los defectos son en realidad nuestros, porque no soportaríamos esta actitud con nosotros mismos. Como resultado de este obrar, nos suponemos inocentes y nunca aprendemos de los propios errores. Nos autoengañamos. Además hacemos daño gratuitamente. Perdemos amigos. Es tan fácil engañar a la psique como a los sentidos. 

Cualquier cosa es suficiente para intentar ser feliz aún a costa de los demás y para ver lo que no hay.

ALz.





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jueves

La rosa ausente



La rosa blanca 
está como ausente
en mi solitaria mesa negra 
y el vino rojo 
rojo como la sangre  
que se derrama en mi plato.

Alz.




Pequeño dinosaurio con alas



Donde la humanidad se volatiliza, la naturaleza sigue su curso y termina borrando sus huellas. Las obras monumentales, las más ostentosas construcciones residenciales acaban siendo pasto de alimañas y son prontamente devoradas por la ley de la selva, tan implacable como las leyes financieras. Todo vestigio inteligente desaparece.

Cuando uno se va y en corto espacio de tiempo, así otros ocupan su lugar o se aprovechan de los recursos que ha dejado disponibles. Eso sucede más pronto cuando uno se va porque alguien deseaba su lugar. Y de forma contundente esto se aprecia en el campo y en la economía, donde la naturaleza de las cosas interacciona directamente con las personas.

Un pequeño dinosaurio con alas viene a dormir tras la persiana del dormitorio cuando no hay nadie. No puedo decir que me moleste ni que me incomode, sería mi voluntad dejarle vivir allí si quisiera dormir en mi molesta compañía. Pero no quiere, le desperté a medianoche y se ha ido molesto antes del amanecer. Quiere estar solo en su nido y a estas horas ya habrá buscado otro sitio más tranquilo donde vivir. Le disculpo, cómo no, me recuerda a mí, en definitiva.

Yo también quiero campar a mis anchas sin nadie que me moleste en mi vida, en mi casa y en mis dominios. Con orgullo soy como soy y me expreso libremente sin necesidad ni deseo alguno de someterme al juicio y a los deseos de conocidos ni mucho menos de desconocidos. Tampoco soporto presiones, manipulaciones, intereses espúreos ni falsas imputaciones.

Yo tampoco hubiera aguantado en ese nido vigilado por el dueño de la ventana. La naturaleza es así, impone sus reglas. Libre como el viento,  también para mí es preferible quedarse sin casa que vivir sometido.




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