domingo

Cualquier pueblo costero.











Se acabaron los días de fiesta.
Los días de algarabía, de música, de borrachera, los días de ruído.
Cuando todo estaba permitido, hasta lo prohibido.







Ahora nos hemos quedado solos.
Se fueron los visitantes a sus países,
los temporeros de vuelta a sus casas,
los empresarios de vacaciones.
Han llegado los días de silencio al pueblo.
Ya no hay nadie, o casi nadie.



Ahora pretenden poner remedio al desmadre veraniego.
Ahora pretenden prometer otra vez que la próxima vez será diferente.
Pero eso ya lo prometieron antes de esta última vez.
Y todo ha seguido siendo lo mismo.
Menos palabras.
Más remedio a tiempo.


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