lunes

Treccehommo




Es brindar por tí y ponerme de los nervios, parece que fue ayer cuando estrenamos siglo y ya estamos en el año trece. Pero voy a hacerlo otra vez. Un año más. Seguimos rituales ajenos siempre repetidos y nunca cuestionados: las uvas y los doce deseos, la ropa interior roja, llevar mucho oro, las velas blancas, echar el agua atrás, el anillo en el fondo de la copa de champán...


No puedo olvidar cuando de adolescente y sin comprenderlo todavía, en mi casa se brindaba —en fiestas pero sobretodo en nochevieja— por los Ausentes. Así, en mayúscula. La voz de mis mayores se tornaba grave y se hacía un silencio reverente y yo tragaba saliva preguntándome por qué aquellos que no estaban venían a aguarnos las fiestas a los que compartíamos mesa, copas y risas.


Entonces aquéllo me parecía superfluo y un punto inquietante para los presentes; nunca lo hice; y ahora... ahora me resulta entrañable, porque yo ya tengo los míos —entre otros, ellos— y mientras les recuerde estarán de alguna forma siempre conmigo, acompañándome.


Pasa la vida y a veces pesa tanto lo que se fue como lo que queda; quien se marchó ocupa un lugar indeleble en nuestra mente, más importante acaso que quien permanece a nuestro lado. Lo que se posee no se valora tanto como lo que se tuvo, provocando con ello su futura pérdida y el advenimiento de una nueva posesión.





Hoy brindaré —Felices y tristes fiestas— por los que se han ido y por los años que con ellos hemos compartido. El año doce también se irá y no lo recordaremos con especial aprecio. Pero el presente es lo único que tenemos y cada cual que añada sus propios calificativos. El tránsito es efímero del pasado al futuro.


Hoy voy a brindar con lo que quiera, —un buen reserva— y cómo quiera —sin ropa interior—. Hoy quiero brindar por el año doce más uno: Trecehomo. Me quedo con las simbologías, las numerologías, que son fantásticas, por muy desastrosos que sean los augurios económicos y pésimas las supersticiones anudadas al ordinal.


Hoy brindo contigo por el año nuevo que traerá lo que tenga que venir. Por la incertidumbre, que es otra forma de denominar la esperanza en el futuro, —no siempre es mejor lo que hemos vivido que lo que nos queda por vivir—, brindo por quienes se han incorporado recientemente a nuestra vida y por los que están por venir. Ellos serán parte de nuestro futuro.


No voy a brindar por los doce deseos. Brindaré por el Deseo. Que me despierte, que me alimente, que me aliente,  que me insufle el hálito de la vida. Vivir. Por eso hoy, dos mil trece. Brindo por tí.



ALz.



Licencia de Creative Commons

jueves

Estrella






Cada cual tiene su estrella

 en el firmamento,

su guía,

su camino,

su destino.



Licencia de Creative Commons









Vídeo: Enrique Morente: La Estrella.

lunes

Look de escribir



Las fiestas se nos han echado encima y sólo me he dado cuenta por las luces y escaparates que nos invitan a consumir sin decoro, a regalar objetos que nadie necesita, a comer y beber sin mesura y a confiar en sorteos improbables.

Decimos toma en sustitución del te quiero, te aprecio o eres importante para mí; nos reunimos con gente que no nos preocupa lo más mínimo por convencionalismos laborales y hacemos como si fueran lo más importante de nuestro entorno; socializamos familia y amigos, ebrios y ahítos como si el mundo se acabara mañana —ya hemos visto que no—, reímos escondiendo las ganas de escapar y vamos sumando a nuestra conducta la serie completa de los pecados capitales.

Me río yo de esto que le llaman espíritu navideño. Hoy siento que me niego a todo, pero sé que en algunos vicios voy a caer. Hay pocas cosas que se salven de estos excesos. Para mí, lo que tiene que ver con la estética y lo artístico, principalmente. Mira este aparador. Menudo modelito. Excesivo. Pero nada de lo que ves ahí se puede comprar.

Os brindo este look de escribir para los que llevamos las teclas más que en el pecho, en el corazón. Para mis amigos blogueros, poetas, escritores y otros oficios de la pluma. Para los que trabajamos escribiendo. Para los que nos divertimos narrando historias. Para los que su mejor alimento es la escritura y necesitan poco más para ser felices.

¿Felices en fiestas? Sí. No te digo que pases de todo, tú disfruta de lo que te guste. Yo te pido que consumas todo lo que te haga feliz: polvos, polvorones, buñuelos, turrones, vinos, cavas, champañas, botellones, cañas, whisky o gin tonics. Agua, gaseosa o zumitos. Lo que te apetezca. Pero sobre todo te pido: 

Gasta sin medida de todo lo que no te cueste dinero.

Lo más valioso de este mundo no se puede pagar con la american, visa ni  mastercard. No hay tarjetas ni billetes que puedan comprar lo que si nos faltara, daríamos toda nuestra fortuna por tener. Aire, sol, oxígeno, agua, naturaleza; cariño, mimos, abrazos, amor, cuidados, sexo; padres, hermanos, parejas, amantes, hijos, amigos. Salud. Y alegría.

ALz.





sábado

Colores de otoño




Huye el sol y hoy flamean las nubes como nunca.
¿Por qué, si tienes tanto fuego, te me escapas tan pronto?
Ya todo es noche y ya estoy harta. Ya todo es noche hasta mañana.




Licencia de Creative Commons

viernes

Antes del fin




¡Tengo que darme prisa! Mañana es el fin del mundo y todavía no he hecho mis listas de las mejores cosas que he hecho este año. ¡De todo porque no estoy de acuerdo con las que publican hoy! Del mejor libro que he leído, de la mejor película que he visto, del vestido que mejor me ha sentado, del mejor polvo que he pegado... —¿Perdón, decía que se acaba qué, exactamente?

Igual me estoy confundiendo, no sé, ya me gustaría, pero de esto hablan desde hace días todos los periódicos, las radios, los telediarios... Que si en la Riviera Maya no sé qué pasa, que si tras el acabóse el mejor sitio del mundo para vivir es Ibiza... que si se dan de tortas por tener sexo grupal frente a Es Vedrà... ¡y yo sin enterarme, mecachis!

¡Menudo lío me he hecho! Y lo más importante a efectos prácticos es lo que falta, sigo con las listas, que a mí es que me pirran.... y es que todavía no he hecho mi lista de las cosas que aún no he hecho, de esas cosas de las que me voy a arrepentir pasado mañana en el juicio final de no llevarlas tachadas en la lista...  —No muchas, ¿eh?

Ay, señor, qué es lo que yo haría antes de que se acabe el mundo... si mañana a estas horas el mundo se acaba, ¡yo tengo que tener hecha la lista! y darme prisa en cumplirla; a hacer las cosas que tengo que hacer primero.... (cierro el mac y ya mismo me pongo) ... ¿Vale hacerlas y luego pensar? Es por ir adelantando, oiga.

Yo soy una chica lista y siempre hago listas... para todo, hasta para la compra; que luego siempre me la dejo, pues es lo mismo, ya me acuerdo de todo, que para eso lo escribo. Claro que las listas no son siempre para acordarse uno, sino para que se enteren los demás... ¿Ah, no? Ya te digo yo que sí.  No te olvides de la principal, la lista de los reyes, no la de los reyes godos, sino la de los magos... Ésa bien a la vista. Que cuando aprendí a escribir y a enviar las cartas por mi cuenta, mis padres es que no daban ni una... Hoy yo tengo en el baño my wish list... Recorto las cosas que me gustan de las revistas y ahí van... ¡no falla, oye! Por cualquier camino, lo que pego llega. (Luego ya lo quito.) Los senderos de la visa son inescrutables. Luego están las consignas de la semana, las frases memorables.. Además decoran un montón. (En mi casa todo el mundo va al baño a leer, hasta los invitados.)

Hablando otra vez de mí, que es lo que toca hoy, —pesadita estoy— para mí que es lo más hacer la lista de las cosas que querría hacer antes de morirme... Siempre me ha dado un morbo extraordinario pensar en esto, qué cosas pediría hacer si voy a morir antes del amanecer, en el cadalso, en la decapitación, como en las películas, como en el cuadro aquél del National Gallery... Uhm. Directa al vicio. Me fumaría un cigarro habano.... o mejor un porro jamaicano, bueno, pero eso lo dejo para lo último, por si me coloco y no me entero de lo que viene después... Gin-tonic o whisky de malta. Yo creo que las dos cosas, qué caramba.  ¿Y qué se me ocurriría para comer? A un buen vino no renuncio... pues no sé, no se me ocurre nada concreto, yo creo que pediría la carta, y si fuera posible gallega... Y...dormir, no. 

Creo que si me quedan pocas horas, voy a pasar de todo y empezar por el sexo, qué se le va a hacer...  Al grano. Está claro, ¿no? o sea que aquí el problema no sería pensar qué voy a hacer, sino con quién.... a ver, con el siempre.... lo siento pero va a ser que no; si acaso con uno de mi top ten... Richard Gere, George Clooney... ¡¡¡No!!! Esos además de viejos están en la estratosfera, ninguno va a venir a pegarse un polvo conmigo a soñar que me echara... mi deseo sería hacerlo con alguien que estuviera a mi altura, fantástico, un cuerpo duro, atlético, vivido, sobre todo duro ¿ya lo he dicho? que me pusiera a cien a mil a diez mil... también me encantaría un largo y buen masaje tántrico con poca luz y con final feliz...

 ¡¡¡No!!! Las doce. No hay tiempo. ¡Quiero lo imposible!

¿Sabes lo que a mí realmente me gustaría hacer antes de que se acabe el mundo cuando salga el sol? Hacer el amor con mi enamorado. Luego ya me puedo morir que me trae al fresco. Y mañana, que el sol se pare en el horizonte, y que eche a andar hacia el norte, si quiere. Que yo me quedo.

ALz.

Si te he visto no me acuerdo





Cuando un hombre quiere enamorar, seducir o tirarse a una mujer le dirá cientos de cosas que no tiene la más mínima intención de cumplir con la expresión sincera de quien está hablando desde el corazón y mueve la lengua como las nubes se mueven por el viento, dejándose llevar por la fuerza de su pasión. Ella se perderá en sus ojos e impulsada por sus propias pulsiones, deseos y ciclo hormonal, se lo creerá, y si no, hará como que se lo traga anhelando llegue la hora de las caricias, del desmayo, del amor en la intemperie que se convertirá en polvo de estrellas; pero sólo para ella.


Para él, no. Se trata de parte integrante del subjetivo ritual de la caza. Se dice que a las mujeres les encanta que les halaguen los oídos y ellos lo hacen sistemáticamente; lo que dicen es casi cierto, es cierto en ese entonces; pero es tan efímero ese instante, que no dura nada o casi nada. Tómalo como un deseo que se ha ido arrastrado por el huracán y la lluvia blanca del alivio. Una fantasía para ponerse a tono. Sí, así fue.


Como mujer te diré que es verdad que nos gusta que los hombres nos hagan cumplidos, que nos pone, que prepara, que nos coloca. Todavía sueño con esos piropos de antaño y cómo me complacían sus galanterías que en un día bajo me sonaban como música celestial haciéndome subir varios enteros  sonrisa, pechos, autoestima y lubricación esencialmente; pero también te diré que he oído de las otras, aquellas lisonjas que se dicen por cortesía de un quedar bien mal entendido, o la intención de adular tu ego para conseguir otro tipo de favores después. Y qué decir de las simples y cándidamente dichas palabras por seducirte lo más rápido posible: de pronto eres la más bella y deseable de las damas, cuando tú te conformas con ser una señora de buen ver y mejor follar. Pues entonces... todo lo dicho es hablar por demás. Sobre todo cuando no nos place el varón, y aunque nos plazca, pues no produce el efecto buscado por él. Nuestro avezado sexto sentido -en este caso auditivo- lo nota y lo dicho nos chirría en los tímpanos resultando molesto y nos pone sobre aviso: cuí-dado, cuí-dado, te está camelando, cuí-dado.


Ay, tantas palabras, y cuan vanas, que gastan los hombres cuando se te acercan con pretensiones... ¿Recuerdas? Qué memorables momentos, qué encanto, qué engaño, ¡qué batacazo al poco tiempo!
Ah, pero vamos a hablar más de las palabras que pronuncian cuando entran, sino de cuando te despiden esos hombres de dios o del diablo; ya sabéis que todo esto no se aprende en dos días, ni en veinte años, a veces ni en cuarenta, y que requiere el concurso de las amigas, vecinas y conocidas, así que id aprendiendo a la vez que practicando, lo vais a necesitar, amigas:

Cuando un hombre quiere romper con una mujer hay ciertas fórmulas que se repiten.


Siendo racionales diríamos que si de lo que se trata es de despedirse, es preferible que sea con las palabras justas y meditadas. O sea, de la forma lo más educada y honrosa posible. Quedemos como amigos si puede ser. Y que no hace falta engañar ni pelearse, aunque es difícil hacerlo sin mentir ni discutir. Y no usar demasiados eufemismos a poder ser, que está muy pasado de moda eso de que necesito mi espacio o que preciso de un tiempo para pensar, nosotras eso ya lo hemos comprendido al menos desde el decenio en que salió el Cosmo, el siglo pasado. No hace falta que nos regalen las orejas con palabras vanas (si acaso unos pendientes están mucho mejor para dejar un buen recuerdo auditivo).


Lo que creo es que a las mujeres fuertes como yo nos gusta que nos digan las verdades abiertamente. Como hablan las personas, claro y sin levantar la voz; mirándote a los ojos, y luego al escote. Yo lo exijo siempre porque levanto la vista, pero a ellos les cuesta tanto, y se resisten a hablarte como hablarían a otro hombre. Nunca te considerarán como un igual, la hembra al hombre.


En ocasiones lo que hay que decir no es agradable ni de comunicar ni de escuchar. Y qué, habrá que decirlo, habrá que saberlo, ¿no? Pues por mí cuanto antes mejor. Pero es común que en esas ocasiones por el aludido no se afronta el tema; se posterga o si se puede se elude. No hay más posibilidades, intentará elegir la última si le dejas; yo creo que enfrentarse a la verdad es la mejor elección. Si me vas a dejar tirada con tus hijos quiero ser la primera persona en oírlo. Y después de oírme a mí, si tienes huevos te vas. Pues es precisamente lo que no quiere hacer ni oírte, hija mía.


Y puestos a pensar, a ver qué pasa cuando las palabras que van a decirse serán las últimas que vayan a ser oídas. Que cuestan. La terrible despedida. Tiemblo, pues que no sé si me voy a atrever a seguir hablando si vas a recordar lo que yo te diga. Y lo hace como si estuviera en un escenario imaginario. Tal vez las palabras serán recordadas siempre; tal vez estas palabras trascendentales serán el único recuerdo que quede en el tiempo de su persona. Mi consejo, aunque nunca se sabe en el momento preciso en que se pronuncian de lo avariciosa que puede ser la memoria, es que vale la pena acertar con ellas.


Hay varias formas de despedirse. Está quien rompe hablando: yo ya no te quiero, me voy; o el que rompe discutiendo o insultando: estoy harto, esto se ha acabado, ni se te ocurra volver a mi lado, mala puta. Perdón. Si éste es vuestro caso, chicas, no os quejéis: estos al menos se expresan: hablan, gritan o pegan. Son los menos, son los que dan la cara. El Hombre. El que dice sin ambajes ni rodeos lo que le pasa, lo que siente y lo que va a hacer. Raro y adorable especímen de la raza humana de los que no conozco... ninguno. Casi todas las mujeres en cambio, suelen ser así, aunque algunas es cierto que hablan demasiado. Por eso es tan difícil tomarlas en serio.


Luego está aquél que envía un mensaje o un whatsup sin derecho a réplica, también hay quien rompe por email con algunas palabras más de bien quedar. Meditan cuatro letras y borran la cuenta después, para que no haya canal disponible ni vuelta posible. Me he enamorado de otra, adiós. Y tú de un capullo, tonta. Mientras te quedas con tres palmos de narices. Yo hablo y tú te callas. Otra versión es el que no volverá a contestar tus mensajes del whatsup, o contesta con monosílabos al cabo de un mes. Bien. Punto y aparte. Gracias. Ya sabemos que la ruptura - ruptura se ha producido de forma unilateral, pero esto es too much. Mi consejo: no seas idiota y contesta enseguida por el mismo cauce y bórrate tú primero: por ahí te den, o mejor todavía, con un emoticono. ¿Hay alguno que signifique: a tomar por culo?


Llegados a este punto, conoceréis ya a quien publica en el twitter o en su muro de facebook que tiene una nueva pareja sentimental. Os presento a fulanita,  una mujer maravillosa. Y venga las felicitaciones de los conocidos, y tú que lo ves y se te pone una cara que mejor que no te la ven. Toma puñalada, morena. Y ella encima es fea, no sé que le verá. Qué tío, ni se molesta en romper. Son de los que dan por hecho la ruptura sin romper y pretenden que tú la asimiles sin haberte enterado. Y vas y lees el muro y abres los ojos y dices... ¡joder! Le mandas tu enhorabuena en abierto o en privado, por eso de la educación y la cortesía, pero con un ligero tono sarcástico que no puedes evitar, pues anoche todavía te estaba tirando los tejos, y va y no te contesta, pero te borra de la lista de amigos presuntos para siempre. O sea, chica, que te ha contestado a su manera. El caso es que como ejemplo de comunicación, no tiene precio. Pues nada mujer, que te lo diga así pues algo es algo o mejor eso que nada, pero por los cauces equivocados. Maleducado. Yo no le volvería a dirigir la palabra; creo que queda a la altura de los analfabetos tecnológicos. Qué poca clase, las redes no están hechas para eso, señores. ¡Ah! que de esos quedan pocos... Ya.


Caso aparte es aquél que deviene invisible. El hombre que cuando quiere castigar o dejar a una mujer, sencillamente se volatiliza. No literalmente. Deja de dirigirle la palabra. Es decir, desaparece del mapa: no le llama, no le escribe, no responde whatsup/messengers o directamente no contesta a sus mails y ni loco a sus llamadas. Luego está lo de evitar ir a los lugares acostumbrados de encuentro. No ha pasado nada, no le ha dicho nada, nada podía hacer prever una ruptura un día antes, unas horas antes, un segundo antes del último adiós. Pero un día él como aquél se se fue por tabaco y no volvió. Tan valientes que son con otros machos en la vida, en el bar, en la cancha o en los negocios como acojonados son con las mujeres cuando se trata de convenir el fin para una relación de amor o de sexo. Este caso me encanta, se merece otro punto y a parte.


Cómo hay que interpretar el silencio, me preguntas. El silencio si carece palabras no carece de significado, pues es una ruptura soslayada. ¿Entiendes? ¡Se acabó, no hay nada! Y no se atreve a decírtelo a la cara. No vaya a ser que le preguntes por qué  y no sepa que contestarte. Está claro, es el fin, por su parte. Y no quiere enfrentarse contigo. No vaya a ser que le montes el cirio como alguna otra antes. Es que el hombre es cobarde por naturaleza y le cuesta una enormidad esa cosa peligrosa de mostrar sus sentimientos una vez vistos los tuyos. Lo confunden con la vulnerabilidad más espantosa. No sea que si los muestran puedas herir sus míseros sentimientos. Se hacen los fuertes, los insensibles, es una forma de afrontar el estrés.


No quieren dar explicaciones, ¡qué pereza! Luego los hay a montones que no dicen nada porque no saben expresarse, incluso no saben qué sienten porque nunca le han puesto nombre a eso. Analfabetos emocionales. No te extrañe: enseñamos de niños a nuestros hijos que los hombres no lloran para que se callen; de adolescentes, que hay que controlar la expresión de sus emociones para que no sean conflictivos; y de adultos resulta que ocultan lo que sienten ¿y te extraña, no? Bueno, pues recogemos precisamente eso. Hay que dar la culpa a la suegra, como de costumbre.


Chicas, qué se le va a hacer. Es la fuerza de los hechos. Yo siempre lo digo: olvídate de su verborrea, ponte una canción de amor, si te hace falta, y llora cantando, canta fuerte y alto, vete al fondo, pero pasa de discursitos. Vale más un hecho que mil palabras. Atente a la objetividad de lo que está sucediendo: ¿Nada? Pues eso es lo que hay: Nada, monada. Cierra los oídos y mira qué pasa. Que no pasa más que el tiempo; pues es señal de que se ha acabado, tonta, ni caso a lo que dijera después. Ni falta que te hace. Reinicialízate.


Algunas mujeres siguen esperando desesperadas una palabra, una excusa, un porqué, un adiós; siguen queriendo comprender y buscan un consuelo que sólo hallan en sus amigas más sufridas. Yo les digo que no los tienen que comprender, tú no eres su psiquiatra. Como tontas andan lloriqueando por las cafeterías, los supermercados y los gimnasios. Algunas se culpabilizan mientras tanto, para acabar de fastidiar. No sabes lo aburrido que es eso para las confidentes después de media hora dándole vueltas a lo mismo, pero algunas nos hemos aguantado y nos quedamos durante semanas a sostener a la que se cae en el abismo de la autocompasión.


Qué luego tampoco se acuerdan, para pena de las viejas asesoras, como yo, que para algunas he hecho de consejera jurídica, conflictual y sentimental. Nos gusta escuchar, pero estoy ya un poco harta de historias de me ha puesto los cuernos, se ha ido con otra, ha vuelto con la esposa y demás corazones rotos. Vamos a lo decisivo, chicas. Siempre hay bienes que repartir. Algunas veces entre insultos y tortazos, riñas y perdones hay cosas interesantes. Amantes que aceptar, muebles y hogares que ceder, cuentas que repartir. Por no hablar de los niños o del perro, ¿qué coño hacemos con el perro? ¿Custodia compartida?

¿Ves qué lío? Si no hay nada ni nadie que repartir, lo mejor es un Si te he visto no me acuerdo. O sí, pero no.


ALz.







domingo

Intención











Es la elección consciente o inconsciente de crear.


Creamos constantemente las circunstancias de nuestro mundo en virtud de las creencias que consideramos verdaderas. Creer crea.

Lo que creas se corresponde con tus verdaderas intenciones.




Alz: Skateboard: oil paint with palette knife.

lunes

Anda a paseo



Voy a hablar de andar, del latín ambulare. Leí en un libro que se llama Caminar, y que trata de las bondades y beneficios de tal proceder practicado de forma habitual, que la prueba de la importancia que tiene algo en una determinada sociedad es la cantidad de palabras diferentes que se utilizan para describirlo. Y en español palabras para andar no nos faltan, si acaso las ganas.

Yo no sé si esto será simplemente una opinión del autor, que algo tendrá de cierto, o en nuestro caso es simplemente una expresión de la riqueza de la lengua castellana, ya que dudo con sobrados motivos que caminemos lo suficiente. 

Hay muchas formas de caminar, no es lo mismo marchar, correr, avanzar, ir, o dirigirse, y es distinto de venir, recorrer o regresar. Parece que uno viene y el otro va, pero la acción de caminar es la misma, trasladarse poniendo un pie delante del otro, y otro, y otro, y otra vez.

Para mí es distinto del andar, el pasear, vagar, deambular o callejear; del transitar, el circular o moverse. Es como tener o no tener propósito la acción de andar, ir en pos de un destino o no importarte un comino dónde empieces y dónde acabes.

No es lo mismo ir de excursión que peregrinar, desplazarse que trasladarse; rondar que merodear, trotar que hacer el camino... Y yo, que más que ando o camino, entreno.

Algo tendrá de cierto, caminar para nuestra cultura es un término importante y su práctica nunca cae en el desuso por muchos sistemas de locomoción que inventemos para desplazarse; andar es el más saludable medio de transporte, el más natural y útil ejercicio: controla los niveles de colesterol, glucosa, adrenalina y serotonina, mejora la salud cardiovascular, el descanso y el sueño. 

Puede y debe hacerse a todas las edades y más a cuanto más edad se alcance; retrasa el envejecimiento y reduce la mortalidad. Ya he expresado suficientes motivos para caminar a buen paso al menos media hora al día. 

Pero caminar no es solamente un ejercicio; es una forma de ver el transcurso de la vida, significa  recorrer la senda, avanzar sin olvidar lo que dejamos atrás, vivencias, experiencias, amores, desengaños, caminar es transitar por el presente hacia lo nuevo que vendrá. Dejaremos para otro día las locuciones populares y los refranes. 

Andar es vivir. Hasta el último día, queda camino por andar. Caminemos.

O como dicen en mi pueblo, que andan a las bonicas: Todo se andará.


Alz.





Video: Caminando, de Amaia Montero.
Foto: Montblanc, Catalunya.


viernes

Me siento catedral









Me siento grande y fuerte y vieja y bella. Soy feliz y me sé sabia y acogedora. Soy un espíritu libre en todos los sentidos.  Nadie me manda. Nada me obliga.

En el hemiseculio, comienzo y el final de una etapa de mi vida. Presiento que este va a ser mi mejor medio siglo. Sobre las columnas, me siento catedral, como ésta que lleva mi nombre, el de la reina de los cielos.
















martes

Discutir o reñir





"Dos no discuten si uno no quiere." No, no es cierto. Es uno de esos tópicos que aceptamos sólo porque lo hemos oído desde niños. Lo creímos, pero desde luego no hemos sabido ponerlo nunca en práctica. Y hartos de darnos la culpa por ello, desistimos, pero seguimos creyendo en una premisa que no funciona. ¿Será que va a ser falsa? Pues va a ser que sí.

Dos no discuten si tú no quieres no funciona porque no es cierto.  Es mentira podrida. Yo te aseguro que cuando uno quiere discutir, ambos acaban discutiendo. Aunque uno se vaya, porque acabará volviendo; y si el otro todavía quiere discutir, vuelta a empezar: acabarán discutiendo. Aunque uno se calle, porque no puede callarse eternamente; aunque le des la razón al otro, porque si no eres sincero, se notará, y esto excitará la agresividad verbal del discutidor.

En un momento dado se puede abortar la discusión (perdón, ya que no queremos discutir, diremos comunicación) y sustituir las palabras por un silencio espeso que tiene tanto de agresión por una parte como de dolor por la otra. No sé lo que es peor, hablar o callar. Aunque uno intente poner paz, si el otro no quiere, es imposible que haya paz. No existirá la paz si uno no quiere la paz. El motivo del conflicto es irrelevante, y quienes sean las partes  también. A veces no hay ningún motivo. Y no existe conflicto alguno, sino una situación muy desagradable que se percibe como conflictiva.

Hay quien sencillamente libera sus tensiones echándole la mierda propia a los demás. Y luego se queda tan a gusto como cuando se vacía en el retrete. Y les echa su porquería mental encima, no a los demás cualesquiera, sino a los demás más indefensos, los que no se pueden ir: los que tiene en su propia casa.  Pensando que los de casa tienen que aguantarlo todo, que todo se queda en casa y que en casa se perdona todo. Otra mentira: en casa no hay piedras, hay personas. Pero ellos se liberan, generando malestar y resentimiento a su paso. Y otra relación arruinada.

En ocasiones la discusión se centra en el ataque a la posición del otro, ("estás equivocado" "lo has hecho mal") o lo que es peor, a la persona del otro. Hacia lo que has hecho o hacia tus pretendidos defectos ("tú eres así y así y así") y tú, ¿qué vas a hacer? o te defiendes o consientes: lo normal es defenderse. A menudo hay una cierta voluntad de anular al recriminado. Para la persona agresora esto es una necesidad psicológica que no puede satisfacerse en otro lado. Porque no se atreverían a tratar así a sus jefes, compañeros de trabajo, subordinados, clientes, conocidos ni amigos.

Los psicólogos hablan de proyecciones y esas mandangas; yo hablo de echarte la mierda encima, pero viene a ser lo mismo. Y es más sencillo de entender dicho en román paladino. Y el refranero está lleno de ejemplos: piensa el ladrón que todos son de su condición; ver la paja en ojo ajeno y no la viga en el suyo. ¿Comprendes ahora? Ven en ti los defectos que ellos llevan dentro y no quieren ver en sí mismos porque le disgusta. Eso no es discutir, eso es reñir. ¡Ah! Se me olvidaba: uno riñe aunque el otro no quiera.

Total, que a veces la guerra no sólo pasa en el extranjero, ni en los telediarios: a veces la guerra comienza en casa: en el hogar, en el trabajo, en la escuela; el enemigo está ahí dentro y es la más cruel de las batallas que librarás jamás. 

Pero esto no es un conflicto. 

ALz.




Licencia de Creative Commons

sábado

Me han dardo.





Ayer recibí un Premio Dardos de la mano de Uol Free, mi admirada admiradora de http://programademanolibre.blogspot.com.es


Y yo que bueno, me faltan las palabras y me sobra el sonrojo y como  no tengo ni pajolera idea de qué va esto, y siempre me gusta leer -bueno, no; pero inevitablemente siempre lo hago- decía analizar la letra pequeña de las cosas que es la razón por la que no firmé ni mi propio casamiento (ríe, ríe, ¿pero tú te has leído el Código Canónico? no, ¿eh? pues yo sí en primero y salí corriendo... pero todavía estoy virgen, o sea, que intereso) 


Así que busco en los buscadores de la red  -que para eso están- de qué va el Premio Dardos....  y encuentro uno que ya me va bien y dice que "El premio es otorgado en reconocimiento a valores personales, culturales, éticos y literarios que son transmitidos a través de una forma creativa y original mediante la escritura"bueno, vale: me reconozco en la descripción, mil gracias; pero nadie tiene ni idea de dónde sale esto, parece ser que se me ha entregado una especie de honorable y brillante relevo para que yo lo transmita a otros de mi agrado; pero yo, por si acaso esto se contagiara como la gripe prestándose el bolígrafo -me temo-; o por si eso fuera a crear una bomba atómica cadenógena de estructura piramidal que no sea cosa que acabemos todos los blogueros imputados por corrupción literaria o qué sé yo; pues eso decía, por la natural y congénita desconfianza que una profesional como yo va adquiriendo pasados los lustros los achaques y los desengaños...  ¡qué cojones digo! a ver si me explico: que no sea que si no lo transmito mi madre se me muera y mi padre no me recuerde o algo así, yo no sé; es que... vale, ¡ya me los pensaré!


Es que los abogados somos la leche pero en polvo, oiga, en cuestión de papeles no nos fiamos ni del vecino del quinto y bueno, de ese menos que nadie que menuda cara me pone al pasar desde que perdimos su caso. Tanto es así que de hecho, hace poco me he estado carteando -emailando se debería decir- con un letrado muy majo y jamás de los jamases una negociación digo comunicación me había resultado más difícil complicada y desconfiada... si es más fácil negociar una cantidad, joé, si después de veinte mensajes o más todavía no tengo ni su nombre ni su ni foto de perfil ni su facebook ni ... Seguro que si le pido el despacho para una consulta profesional me da hasta su teléfono personal... ¡ah ah ah!.. en fin. Pa ná.


A partir de aquí y en lo sucesivo buscaré entre mis admiradores a personal de oficios, no sé, con que tenga trabajo me conformo, por ejemplo... taxista o herrero, o panadero, o cocinero o... fontanero, me olvidaba. Ni letrado ni artista ni mucho menos dentista. Bueno, buscaré ya que puedo elegir quien tenga fornidos brazos y buenos abdominales, como los chavales del gym, pero naturales, no sé... ¿maletero? ¿camionero? ¿portero? ¿segurata? jo qué lío me estoy haciendo... si es que pa complicá ya me valgo yo solita.  Eso sí: tiene que ser un dios Apolo y prometo subirle una foto. 

Eso, o me vuelvo lesbiana vocacional. Hasta pronto guapa, vuelve.

ALz.






miércoles

Espero que te hayas muerto






Espero que te hayas muerto y yo no me haya enterado,

porque. No. Voy. A ir. A tu entierro, amor.

Espero estés bien muerto y te acompañe mi grato recuerdo;

adiós.





Entonces me dolió tanto que desfallecía, pero por tí no moría sino que crecí. Sin nadie a mi lado.

Mientras tanto en tu ausencia te hice como si muerto y puse a tu foto una única vela.

Las quemé.





Recuerdo un día ya lejano me crucé por la calle con tu cara de cadáver y yo, ya no sentía, nada.

Reí. 

Fuí feliz. Y hoy te digo que:

Te esperaré casi muerto porque estándolo en vida no vales ni la palabra. Como no valiste el llanto.

Y cuando estés a punto de morir junto a tí me apareceré y te pediré cuentas:

Cómo lo has pagado.





Hoy sé que yo gané y tú desapareciste.

Porque viviendo, al olvidarte de todo recuerdo, de vida te he despojado.

Ahora espero que te hayas muerto y te hayan enterrado. (Y yo que pueda ver tus huesos ya pelados.)



Pero.

Déjame heredar tu calavera,  quiero tu cara de palmatoria, llenarla de cera,

y te dejaré al llegar noviembre volver a dormir sólo esta noche a mi lado,

asesinado.




ALz.











Licencia de Creative Commons

martes

Todos tenemos a quien sepultar











Bajo losas de olvido.
Son los amores muertos, malditos.





Mañana vuelve y brindaremos por ellos.


ALz.

sábado

Dulces redes



Quisiera decir tantas cosas.
Y sin embargo, no las digo.

Extiende tus redes para mí amor.

Haré como que paso sin mirar.
Me dejaré atrapar.


ALz.













viernes

Comer con mis amores





Otro viernes de otoño.

No hay nada mejor que comer con mis amores.

Que sepáis que en mi corazón siempre seréis mis chicos aunque os hagáis viejos muy viejos.

Os quiero, ¿vale?

Alz.


Licencia de Creative Commons



lunes

Mentira








—⸘Perdóname, me voy, no estoy bien‽ —No sé ni cómo decir esto, por eso me tengo que ir. No es que no quiera hablar. Es que no quiero que tú hables más, para qué—.

Me encuentro sobrepasada por un cierto malestar, como un mareo repentino, y mejor me voy. Ya a solas, siento un escalofrío que recorre mi espalda desde la base misma de la columna y desencadena como una descarga de electricidad en mis hombros porque sé; que me estás; mintiendo. Me estremezco; me abrazo estrechando fuerte mis brazos buscando consuelo en mi interior. Y no lo hallo.

Creo que preferiría no haberlo sabido, pero desde este preciso momento soy consciente de que me mientes y yo te observo hasta en los más nimios detalles cuando me respondes y tú me hablas en apariencia como siempre pero yo sé que no porque no me miras y cuando me miras no pestañeas y te has acostumbrado tanto al engaño que ya es tu natural yo sufro indeciblemente pero ante tí disimulo mis sentimientos porque no quiero que tú; sepas que; yo lo sé. Pero lo sé y eso no puedo cambiarlo.

Sé que piensas que es bueno para mí que actúes así, sé que crees que me proteges si me mientes y por eso que me dices cosas que no son, para que yo no sepa lo que pasa, para que sea más feliz a tu lado de lo que soy. Pero no soy feliz y eso a tu lado no puedo cambiarlo. Sé que nunca me confesarás la verdad y yo que la sé quiero llorar si es preciso, llorar pero tras ello vivir en libertad.

ALz.

Licencia de Creative Commons







viernes

Contigo puedo cantar




Me gusta porque contigo puedo cantar. Y canto,

y me dices cantando, —sin que el rubor asome a tu piel—

cosas que nunca antes nadie, nadie,

nadie,

había dicho para  jamás.



Dí que me quieres, mirándome a los ojos y yo,

y yo me lo creo todo,

todo lo que cantan tus canciones

y a mí

me hace in-con-men-su-ra-ble-men-te feliz,

porque por mí

eres aquel que me imagino,

aquel que me añora, el que no duerme;

aquel que en su cama me extraña y me siente.



Él.

Aquel que por mí no vive,  y el que mi cuerpo anhela y desea.




Y tú, amigo, tu boca, —aunque no sueñes conmigo—

canta, y me haces cantar, y yo canto contigo


palabras de amor, aunque no me ames 

yo las digo,

embriagada en la cadencia de los versos

 me enerva tu respirar,  me transporta tu voz y

no me importa que no me quieras ni me idolatres.


Mi bendición son tus rimas

y dejar salir mi voz

y que me cantes el amor que yo ya no siento y

que me digas en un susurro —qué se yo—

que soy sólo tuya y yo

me lo creo y canto; aunque nunca lo he sido, yo así

siento la pasión de los poemas que ensalzan el amor.



Los poetas del amor y el desengaño que

prosan la pasión que yo ansío  y sentía y viví

recordando mi primer amor, amor que se ha ido sin retorno

y el amor que olvidé, y el que a mí me olvidó,

y el que amaba y a mí no me quiso;

y el que me amó y no quise yo.


Y el que a mi lado vuela —buscando otro lecho—,

y el que no se entera y el que no se atrevió,

por ellos yo desentierro mis recuerdos,

avivo mi esperanza,  elevo mi voz,

y enarbolo mi adiós;

por ellos,





Sueño

que canto y me siento de nuevo

enamorada —como una vez lo estuve— mientras tú me cantas y yo te digo:

—Cántame, porque contigo puedo cantar, y canto

amor.



Alz.




Licencia de Creative Commons













Sara, glamour y contenida pasión.






miércoles

Estoy triste



—Estoy triste y ni mi en mi casa saben por qué.
—Tienes todo lo que querías. ¿Qué te falta?
—No es una cuestión económica.
—Uhm.... no me lo digas.... ¡te has roto una uña!
—Cuando se tercia eres tremendamente superficial  —dije altiva mirando a la cámara con mi mejor perfil— es una cuestión emocional.
—Pues si he de juzgar por la foto que has puesto diría que tiene que ver con el mar o que tiene que ver con un pez.
—Pues sí y no. Tiene que ver con la primera tormenta de septiembre.







Licencia de Creative Commons

viernes

Locales locales





-Los locales de playa en mi localidad ya no son como los de antes.
-Pero a mí locales de ahora me gustan un rato más y además me parecen más sexys que antes.
-Eso debe ser por la gente guapa y con pasta que ronda por allí.
-Si tu lo dices será por eso.
-Lo que yo digo es que ahora todo es glamour, tienen almohadones y lounges; hay todo tipo de sushi, crudités y girasoles; por no hablar de los jóvenes y bien parecidos asistentes casi desnudos y... sobre todo todo, lo que me encanta es que puedes comer tumbado.
- No digo que me parezca mal, pero comer así es una guarrería, oye.
- Y estas decoraciones que se parecen más a un salón de casa que a un quiosco de playa, si no fuera por el idílico paisaje, puedes llegar a encontrarte como en casa, lo que aquí te clavan y en casa no te dejan comer en la cama desde... uff.
-Ja ja, a mí nunca.... ¿y a ti desde cuándo?
-Bah, a mí.... hace cantidad de tiempo que no como tumbado, uhm... recuerdo algún que otro desayuno de novios, pero eso no cuenta ahora porque aquello más que comer era mermelada con sexo mañanero... y el café siempre lo tomamos frío....
-Sigue, sigue, qué interesante.....
- No te hagas ilusiones, hace tanto tiempo de lo de la mermelada... que ya casi no me acuerdo... más que de las migas de la tostada rodando después entre las piernas y de un café que me tiró encima....
- Como siempre acordándote del lado malo, si serás jili...
- Yo... comer, comer, lo que se dice comer, creo que no como en mi cama desde una vez que estuve enferma cuando era una niña pequeña y creo que tenía fiebre porque vino el doctor a casa a visitarme y recuerdo que mi madre me hizo levantar antes para cambiar las sábanas...  pero luego no me dejó levantar a la mesa y me hizo comer en la cama y... uff, te sabría decir qué me dio, sopita blanca de pescadilla con una patatita, que me supo horrible allí encamada...
-¿Todavía lo recuerdas?
-¡Ay! qué tiempos, qué tiempos...
-¿Y si nos vamos a comer en las camas de la playa?


Muere o pierde





En la vida real el protagonista muere o pierde. Y en las novelas, el protagonista casi siempre gana, pocas veces pierde y a veces se casa. Eso pensé mientras leía Tienes que contarlo a la hora de la siesta imposible un día de verano. La historia de una periodista que desenmascara una trama para la adquisición de datos personales con fines de espionaje.

Aparte de quitarme el sueño, me hizo elucubrar sobre el uso que alguien hará de las informaciones que sobre nosotros pululan en la web, de las intimidades que subimos a las redes sociales, de las opiniones que vertimos a los medios, o del contenido de los blogs, pongamos por ejemplo.

Mueren personajes secundarios, y el peligro acecha a la protagonista hasta el mismísimo final, pero es un alivio que la ficción tenga un final feliz. Te deja con un buen sabor de boca, como las películas americanas. Pero yo me imagino la misma historia con otro final. 

Pierde: opción real como la vida misma: la periodista investigadora es despedida por meter las narices donde no le llaman y tratar de impedir un turbio negocio del dueño del periódico. Es lo mínimo que le podía pasar, a la puta calle por husmear. Después de esto, a cobrar el paro seis meses, y a buscar trabajo en otras redacciones, que ya estarían aleccionadas en su contra, con lo cual lo va a tener difícil en lo sucesivo. Desenlace: el destierro laboral del protagonista.

Muere: opción toma cruel realidad: la periodista es brutalmente asesinada por el brazo ejecutor de los intereses económicos en juego. Por cruzarse en el camino del hampa o de la cía. Narraría cómo maneja la situación, sin diálogos ya... ...como si yo pudiera leer directamente el pensamiento de la periodista. La novela terminaría abruptamente, como termina la vida, dejando de pensar, con la página a medias, la frase inacabada...

La vida sigue cuando mueren sus protagonistas, pero las novelas se terminan cuando ellos acaban. En la vida real el protagonista que osa desenmascarar al jefe o al poderoso de turno, pierde el trabajo o muere.



(*) Tienes que contarlo, de José Sanclemente.

domingo

Saber lo que se sabe







¿Cómo sé que sé si me callo? 

¿Cómo sé lo que pienso si todavía no lo he dicho? 


¿Cómo sé que me escuchas si no me respondes?


Es posible que yo pueda saber sin decirlo, pensar sin expresarlo, pero si para mí no pienso sino en imágenes que no traduzco en palabras, sentiré lo que siento, pero ¿cómo sabré lo que pienso? 

Existo. 

Sé que pienso, pero no sé si entiendo la intimidad de mis pensamientos. Velas extendidas. Creo que no sabré lo que pienso si no te lo digo, como no sabré que me escuchas si no me contestas.


Escribo esto para tí hoy, para que ambos sepamos lo que pienso al leerlo aquí escrito. Para que yo sepa lo que siento y tú comprendas mis sentimientos. 

Existes. 

Para ofrecerte fragmentos de imágenes como ventanitas al mundo interior de mi pensamiento. Textos y sentimientos de colores. Sólo sé que ves pero sé que nada sabes. 

Insiste.

Así que estoy aquí para eso, ahora lo sé, para saber lo que pienso. Velas recogidas. También para pensar sobre lo que siento. 

Cada pintura me inspira un sentimiento, me trae un pensamiento. Y cada sentir se traduce en una imagen. Cada vez diferente. 

Pienso.

Lo que sé queda dentro de mí y no sé si lo sé. En inconsciente singular. De nada me sirve si tú no lo oyes. Para elevarlo a la consciencia, lo digo. 

Escucha. 








ALz.





Licencia de Creative Commons

jueves

Para mí el verde




Estoy verde.
No como verde.
La cortó verde.
Me siento verde.
Construído en lo verde.
Este asunto está verde.
Adoro el verde.
Eres un verde.
Viva el verde
Hecho en verde.
Está con los verdes.
Todavía no está en verde.
A mí los verdes!
Venderse por un par de verdes.
Ponerle verde.
Darse al verde.
Yo las como verdes.
Escribo verde.
Polisemia verde.

martes

Publicitarios engañosos







Estos estafadores de la publicidad son como marcianos. No se comportan como la gente normal. Cuando te dicen a la cara las cosas más desagradables tienen el rostro encendido de felicidad. No emplean más de sesenta palabras y se expresan en frases que nunca pueden tener más de cuatro palabras. Su discurso es la unión de tres términos técnicos que no entiendo y una o, como máximo, dos ideas absoutamente primitivas. No sienten absolutamente ninguna vergüenza y no tienen el menor complejo de inferioridad. Esa es precisamente la prueba de su poder.

(M. Kundera, La inmortalidad)

lunes

El viento sur





Agosto y la calle abrasaba. 
Para qué quiero tu aire, si me quema. 
Para qué quiero tu viento, si me ahoga.

*

La heroica ciudad dormía la siesta. 

El viento sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el norte. 

En las calles no había más ruído que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles, que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina, revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles.

(Como Clarín inicia La regenta)






sábado

Ayer




Me parece que fue ayer pero no. Hace ya tantos ayeres de aquel entonces contigo, amor, que soy otra y sin embargo soy la misma de antes. En el mismo sitio. En el mismo momento. Recuerdo que llegué cansada y con mucho frío a casa y tú me acogiste en tus brazos de camino al sofá. 

Una de las primeras noches, gélidas, de invierno, y tú me mirabas con tu dulce mirada gris enamorada. Me descalzaste y posaste mis piernas en tu regazo. Te frotabas las manos y exhalaste lentamente en tus palmas todo el aire cálido que albergaban tus pulmones y tus manos devinieron curativas.

Cuando tomaste mis pies como témpanos en tus manos -transformados en un cuenco ardiente y protector-, el aliento y el calor comenzó a volver paulatinamente a mi ser mientras tú me dedicabas unas caricias largas y pausadas, como olas que subían por el empeine, como pellizcos que buscaban la sangre en los talones; y tu atención iba de lado a lado, de más arriba a más abajo, y te empeñabas en ejercer la presión en unos puntitos imaginarios bajo los tobillos y de nuevo buscabas a los lados y hallabas y allí te centrabas, rompiendo mi resistencia y luego volcabas tu pasión más abajo, sabio puñetero, y yo me desvanecía ante tus ojos felices y mi desvarío de placer llegó al acercar los dedos a tu boca soplando, besando, uno a uno, mordiendo, estirando y retorciendo y mojando en tu saliva mis pies y yo perdí la noción del tiempo y el conocimiento y todo mi ser y desperté cuando tus besos buscaban mis corvas y tus manos en mis caderas el amor...

Y luego dormí largamente hasta que cayó el atardecer sobre el paisaje y ya ves, hoy sólo tengo tu recuerdo y la capacidad de soñar...

lunes

¿Diga?



-¿Sí?

Muy bien guapa, qué sorpresa, ¿y tú?

Ah, sí..

Ha ha ha

Claro, claro...

Comprendo, ya sí, pero...

Ya, ya...

No sé si podré...

Si no es por dejarte sola...

Bueno, es que tengo cosas que hacer

No te digo que no quiera, cielo

Ya, ya

Bueno no sé

Ya ya lo intentaré

Descuida, que te llamaré

Yo también muá


-Jo, que pesaíta tu mujer

(cualquier día te devuelve los cuernos)










sábado

Carta al enemigo




Sí, esta carta va dirigida a vosotros: A mis queridos enemigos, seguidores ocultos de este blog, para que cuidéis celosamente de mi salud, y advertiros que también yo os puedo hacer pupa. Si tú que me lees, que seguramente no estarás incluido entre esa gentuza, no estás interesado en una historia de gánsters, puedes dejar de leer ahora mismo y dedicarte a mirar la pintura en rojos y carmín de granza, del color de la sangre fresca, lo cual sin duda es más sano y estimulante y cómo no, comprarla. A menos que la curiosidad te pueda, en cuyo caso sigue adelante, pero yo no te puedo facilitar el guión ni los pormenores. 


XXXXXXXPERDONAXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXES
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXLAXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXSEGUNDAXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXVEZXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXQUEXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXCENSUROXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXESTOXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XCREOXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXQUEXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXLOXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXVOYXXXXXAXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXDEJARXXXX
XXXXXXXXXXXPARAXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXMIXXXXXXXXXXXXXXXXNUEVOXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
XXXXXXXXXLIBROXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX


Después de todo esto, la decisión que se me planteó era cometer un delito y "conservar" el trabajo, exponiéndome a ir a la cárcel por ello,  o negarme a delinquir y perder el trabajo e ir a la puta calle por ello. Yo te digo que no hubo dilema. Entre ir al trabajo y quizá a la cárcel o irme a la calle y quizá al paro, elegí la libertad. 

Mis queridos enemigos, ya os puedo llamar así, ahora que os habéis quitado la máscara de la sonrisa y me habéis pegado la puñalada trapera a la vista de muchos con más miedo que yo que se quedaron temblando. ¿No se os cae la cara de vergüenza de pedirme amistad en las redes sociales? Debéis estar de broma pero yo no bromeo, grandísimos hijos de puta. ¿Por qué queréis seguir mis pasos, mis actividades, mis publicaciones y mis comentarios? Está claro que no es para interesaros por mi curación, ni para mandarme cariñosos recuerdos ni para hacerme un favor. 

Sois unos cobardes, quedó escrito cómo me tirásteis la piedra e inmediatamente salísteis corriendo para que los demás cargaran la responsabilidad. Y ahora pretendéis que yo os facilite el vigilarme desde la distancia. Pues yo os digo que a partir de ahora cuidad mucho de mi integridad física, y rogad porque no me pase nada más. Durante años alguien que me aprecia conservará las pruebas. Además no vais a encontrar por dónde pillarme. Soy una persona honrada, y a mucha honra.







Licencia de Creative Commons