jueves

La fiesta






   Voy a recordar que la fiesta era libre. Libre, bella y deseable, para todos. Nos envidiaban por eso. Los turistas hacían cola para entrar.  Lo dejamos pasar, nos aupamos al carro de la modernidad. Nos daban vergüenza nuestras tradiciones mediterráneas,  sus raíces hundidas en la barbarie ancestral. Miramos hacia el polo, deseando ser también rubios y de ojos azules, cazadores de bisontes. Pronto nosotros haremos cola en nuestro vecino del norte para entrar a las corridas de toros.

   La autora en los toros. Eran otros tiempos. ¡Era casi un bebé! ¿pero... ...crecí traumatizada por ello? No. En absoluto. Me daban miedo. Claro. Y me atraían por igual. Mi hermana entraba al corral a dar de beber a los toros. Yo no. Me quedaba mirando. Pero también tuve pesadillas de adolescencia en que un toro me perseguía y yo salía corriendo hasta desfallecer. El psicoanálisis me hizo descubrir que esto no tenía nada que ver con los toros.

   Nuevos tiempos para la fiesta. Todos tiran para su lado  Los ecologistas. Los políticos. Los filósofos. Los empresarios. Los toreros. Los animalistas. El público. Los toros. 

   Los humanistas. Todavía sufrimos atentados en todos nuestros derechos humanos sin excepción. Todavía el derecho a la vida es una mierda de derecho, que no se respeta ni en los países que se autodenominan a sí mismos civilizados. Pero tenemos que defender el derecho de los animales a morir en paz, porque nuestra sociedad está progresando, la evolución de la gran civilización humana camina hacia los altos ideales. Pero todavía no tenemos derecho nosotros a morir en paz. Nos matamos los unos a los otros con las peores formas de tortura imaginables. También de forma legal, eso sí. Inyección letal, legal. Declaramos la guerra, y ya es legal asesinar a los hombres, a las mujeres, a los niños. 

   Los toros de lidia, los criamos para eso, para torearlos, para matarlos, y luego nos los comemos. No dejamos ni el rabo, ¡fantástico estofado! A los humanos les hacemos sufrir en vida lo indecible. Les dejamos morir miserablemente. Hacemos que se mueran de hambre, les negamos hasta la leche, hasta el trigo, hasta el agua que nos sobra. Pero eso no merece nuestra atención. A los animales los criamos para explotarlos, para comerlos. Los exterminamos. Así es y así seguirá siendo hasta que no quede ni uno. Luego diremos que siempre hemos sigo vegetarianos. A los humanos los matamos o los dejamos morir de hambre y de privaciones y apenas los enterramos. No queremos ni saberlo, los borramos del telediario. A los humanos no nos los comemos. Pero es peor lo que hacemos con ellos.

   ¿Podemos de una vez luchar por lo verdaderamente importante en la vida? Mientras nos matemos los unos a los otros, mientras nos dejemos morir de hambre, mientras a los especuladores les regodee que los demás se empobrezcan sin casa, sin trabajo, sin comida... ...que más me dan los animales. Me preocupan, me dan miedo los hombres. ¿Podemos de una vez luchar por nosotros mismos, por el género humano? 

ALz.






















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