viernes

A mí me gusta



Andar por las callejuelas del pueblo y detenerme buscando el rincón perfecto. Fijarme también en tí, en tu sombra, en tu pelo, en tu silencio. Cogerte de la mano, apretándote a veces y sintiendo como me contestas con el mismo gesto; andar, y contar ventanas o esquinas y tal vez confidencias y risas. A mí me gusta, me sigue gustando, me gustaría, qué le voy a hacer.

Los días que no salgo contigo no se cuentan de siete en siete, ni de treinta en treinta, se cuentan de más en más que grados tiene una circunferencia. Te amaba tiernamente. No importa ya, me olvidé. El día que tu quieras volver a andar conmigo yo ya no podré. Las manos crecieron, las palmas se arrugaron. Las espaldas se doblegaron bajo el peso de  la pena o de la culpa.

Pasear por los callejuelas. Perderse en los detalles es más fácil cuando te pesan los pies. Admirar los patios sosegadamente. Odiar las rejas siempre. Lo seguiré haciendo. Y siempre hay lugares bajo un árbol donde sentarse a leer.



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