martes

Como la hiedra






Que tapiza tu valla, como la hiedra, como la hiedra que oculta tu puerta, como la hiedra, enraizando en tu muro, así voy a penetrar suavecito en las comisuras de tu piel.


Al sentir la caricia y la sombra largo tiempo añorada tus piedras se irán abriendo, te irás dando, te rendirás a mí. Como una hembra que se ofrece gozosa y se rinde, satisfecha. Y una vez instalado, me alimentaré de tu tierra y de tu cemento, arrasaré tu muralla, utilizaré tus velas y quemaré tus naves para que no sueñes nunca en que vaya a marchar.


Ya no serás más pared, valla ni muro. Quebrada por mis largas manos que a todas partes alcanzan. Te volverás débil, necesitada, suplicante, te derrumbarías sólo de pensar que me fuera porque sólo mi fuerza te sostiene. Mientras crezco con mil ramificaciones y bebo tu agua resplandecen mis hojas con tu alimento. Te invado y otros vendrán en simbiosis al ritmo de mi doma. Eres mi sustento y el objeto de mi sometimiento.


Antes imponente, orgullosa, poderosa, ahora resistes y malvives pero vives, me sirves y te apoyas, aún me sirves, aún vives. Sé que quieres, sé que no me quieres, pero qué te cuesta arrancarme ahora de tus entrañas sin nadie que te salve. Yo te quiero a tí así, medio muerta, medio viva, muerta en vida.


Siempre dejo rastro, rastrojos, raíces, heridas punzantes y viles. Yo sé cómo hacer que no te muevas. Yo sé cómo hacer que te no mueras. Que te vacíes.  Pero que no te caigas.

Ya nadie entra por tu puerta.


ALz.




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