jueves

Libre



                 Hoy ha salido el sol en un cielo limpio y transparente, apenas azul. 
Hoy va a ser un día realmente plácido, tranquilo y sosegado. A su pesar, éste va a a ser un día cargado de sorpresas. Por lo que a mí se refiere, y por esta vez, van a ser buenas. Debiera sentirme absolutamente feliz, porque lo soy. Pero albergo un sentimiento ambiguo, empañado por la empatía que siento hacia tres mujeres muy cercanas a mí que están sufriendo lo indecible en estos precisos momentos. Lo siento tanto por mis chicas. El día de hoy llega tras tres días seguidos de malas noticias. La vida es así, pero hoy no me toca a mí. Empañada mi alegría, consigo mantener la calma.


Cómo va a ser eso. Pues el día ayuda. Sentir el ardor del sol en mi rostro, en mis manos, en el mar y al abrigo de mi lecho. Como si quisiera venir adelantada la primavera. No deseo expresarme en negativo, pero comprende, es verdad: No me duele nada. Solamente siento bienestar, que ya es bastante. Los años y la sabiduría a ellos anudada me hace apreciar esto. Todo comenzó antes y te contaré un tanto, lo justo para entender cómo me siento. A media mañana tendré una visita inesperada. Placentera. Un cartero me traerá noticias largamente esperadas. Sólo me hubiera gustado que hubiera batido con fuerza mi corazón, haber sentido la excitación profundamente en el plexo solar ante lo desconocido.


Pero no ha sido así, no había pie para la sorpresa, no podré recordarlo así aunque hubiese querido. Ahora da igual. Sabía lo que había de venir, pero no sabía cuándo ni cómo ni dónde. Un mensajero, que vendrá a traerme la buena nueva de mi libertad. Mi libertad. ¡Mi libertad! Qué bien suena a mis oídos esa palabra. Ésa que yo tan largamente esperaba. Me siento, me sienta, bien. Hoy es el día cero. Comienzo de nuevo a contar a partir de hoy. No tengo tiempo que perder.


Mi libertad al fin.

Qué extraño, pienso. No dará un brinco mi corazón. Ni siquiera de contento. Sólo me sentiré en paz. Sin embargo tengo prisa. Todos mis planes se agolpan en mi mente diciendo que su momento ya ha llegado y he de ponerlos en su orden, priorizar todo lo que quiere devenir ya a la realidad.



No he estado meditando esta mañana. No me ha hecho falta. Creo que no he salido todavía de un estado alterado de conciencia. No he necesitado drogas; no he necesitado químicas; no he necesitado mantras; no he necesitado asanas; no he necesitado palabras motivadoras del tipo: Ahora soy dueño de mi destino; no he necesitado compañía; no he buscado conversación; no he necesitado apenas sustento de tan liviana que me siento. Nada quiero.
Ahora comienza mi vida soltados ya los lastres. 



Alguien me lo acaba de recordar en esas mismas palabras. Apenas unas olas vienen y van. La paz absoluta del exterior se ha contagiado a mi corazón. ¿Debiera mirar de donde viene el viento y exhalar un grito largo: -¡sííííííííí!? Lo hago.  Acepto lo que siento.


Siento felicidad. 



Sí.



Alguna vez he sentido que debía disculparme por ser feliz. ¡Qué va! Ahora ya no lo creo. Hay pocas oportunidades de ser feliz. La mayor parte del tiempo pasa anodino. Lo que hay que hacer es disfrutarlas a tope, expandirlas en la mente conscientemente. Bañarte en esta sensación. Inundarte por la luz de la felicidad.

He aprendido tanto en estos años. Todo el mundo recibe su dosis. Algunos, incluso sobredosis. Dejaré donde debe quedar todo lo vivido. Atrás. Si algo bueno tiene lo malo es que también pasa. Todo pasa. Lo malo, lo bueno, lo peor. Todo llega un día que se va. Queda camino por andar. Lo mejor de andarlo por la orilla es que no hay pisadas que te marquen una ruta previa a seguir: eres libre.




Me paro y digo: Hasta aquí llegué, lo dejo ya.
Me despido de los que me quisieron y de los que me odiaron. Unos irán ya siempre conmigo o a mi lado, los otros se quedarán, esperando por si llega la venganza o por si llega el olvido.  
Al fin el fin ha llegado.




Sin embargo no es que me importe, no demasiado. Y es que dentro de mí nada ha cambiado. No me siento diferente a como me sentía ayer. Hoy he recuperado teóricamente mi libertad, sí.




 Pero mi corazón siempre ha sido libre.




Hoy estoy aquí porque lo celebro compartiéndolo contigo.
ALz.

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