martes

Discutir o reñir





"Dos no discuten si uno no quiere." No, no es cierto. Es uno de esos tópicos que aceptamos sólo porque lo hemos oído desde niños. Lo creímos, pero desde luego no hemos sabido ponerlo nunca en práctica. Y hartos de darnos la culpa por ello, desistimos, pero seguimos creyendo en una premisa que no funciona. ¿Será que va a ser falsa? Pues va a ser que sí.

Dos no discuten si tú no quieres no funciona porque no es cierto.  Es mentira podrida. Yo te aseguro que cuando uno quiere discutir, ambos acaban discutiendo. Aunque uno se vaya, porque acabará volviendo; y si el otro todavía quiere discutir, vuelta a empezar: acabarán discutiendo. Aunque uno se calle, porque no puede callarse eternamente; aunque le des la razón al otro, porque si no eres sincero, se notará, y esto excitará la agresividad verbal del discutidor.

En un momento dado se puede abortar la discusión (perdón, ya que no queremos discutir, diremos comunicación) y sustituir las palabras por un silencio espeso que tiene tanto de agresión por una parte como de dolor por la otra. No sé lo que es peor, hablar o callar. Aunque uno intente poner paz, si el otro no quiere, es imposible que haya paz. No existirá la paz si uno no quiere la paz. El motivo del conflicto es irrelevante, y quienes sean las partes  también. A veces no hay ningún motivo. Y no existe conflicto alguno, sino una situación muy desagradable que se percibe como conflictiva.

Hay quien sencillamente libera sus tensiones echándole la mierda propia a los demás. Y luego se queda tan a gusto como cuando se vacía en el retrete. Y les echa su porquería mental encima, no a los demás cualesquiera, sino a los demás más indefensos, los que no se pueden ir: los que tiene en su propia casa.  Pensando que los de casa tienen que aguantarlo todo, que todo se queda en casa y que en casa se perdona todo. Otra mentira: en casa no hay piedras, hay personas. Pero ellos se liberan, generando malestar y resentimiento a su paso. Y otra relación arruinada.

En ocasiones la discusión se centra en el ataque a la posición del otro, ("estás equivocado" "lo has hecho mal") o lo que es peor, a la persona del otro. Hacia lo que has hecho o hacia tus pretendidos defectos ("tú eres así y así y así") y tú, ¿qué vas a hacer? o te defiendes o consientes: lo normal es defenderse. A menudo hay una cierta voluntad de anular al recriminado. Para la persona agresora esto es una necesidad psicológica que no puede satisfacerse en otro lado. Porque no se atreverían a tratar así a sus jefes, compañeros de trabajo, subordinados, clientes, conocidos ni amigos.

Los psicólogos hablan de proyecciones y esas mandangas; yo hablo de echarte la mierda encima, pero viene a ser lo mismo. Y es más sencillo de entender dicho en román paladino. Y el refranero está lleno de ejemplos: piensa el ladrón que todos son de su condición; ver la paja en ojo ajeno y no la viga en el suyo. ¿Comprendes ahora? Ven en ti los defectos que ellos llevan dentro y no quieren ver en sí mismos porque le disgusta. Eso no es discutir, eso es reñir. ¡Ah! Se me olvidaba: uno riñe aunque el otro no quiera.

Total, que a veces la guerra no sólo pasa en el extranjero, ni en los telediarios: a veces la guerra comienza en casa: en el hogar, en el trabajo, en la escuela; el enemigo está ahí dentro y es la más cruel de las batallas que librarás jamás. 

Pero esto no es un conflicto. 

ALz.




Licencia de Creative Commons

1 comentario:

  1. Ya lo dijo alguien: "Señor, protégeme de mis amigos, que de mis enemigos ya me encargo yo"
    Tener el enemigo en casa es monstruoso.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar