sábado

Se que te irás








En él me gusta casi todo, hasta lo canalla que es. Me gustan esos músculos torneados en horas lentas de pesas, carretillas, máquinas y gimnasio; y me pregunto cómo puede venir reventao del tajo y levantar ochenta quilos después; y después, los ochenta míos. No lo sé.


Él lo puede todo, tiene un buen material de base regalado por la madre que lo parió. Genes que las mujeres admiran y los hombres desearían, aunque lo desprecien, sangre mezclá; pero es envidia no más. 


Se sabe deseado, sí.  Le gusta, lo explota bañando en aceite y sudor su piel marrón que brilla como en nadie antes he visto. Y se luce yendo a entrenar sin ropa interior, el muy cerdo. Pa que suframos las demás; me suben los calores cuando bate el capullo de ese inmenso badajo bajo la tela de chándal gris vigoré. 


¡Ay, Dios! Debo de tener fiebres de nuevo. (No mirar, no mirar.) Y esa gracia étnica cubana, africana, gallega o andaluza, qué sé yo, y sobre todo esa risa y esos dientes... Me encanta reír cuando hacemos el amor. Me hace feliz. (¿Dónde se cuidará esa boca?) Me derrito sólo con pensar en asirme con mis dedos en garra a esos glúteos contraídos, gordos, redondos y gloriosos, sólo para mí.


Confieso. Me muero por agarrar esos bíceps redondos y poderosos y sentir su cuerpo flexionado sobre mí. Él no da muestras de cansancio, desaliento ni aburrimiento. Siempre está dispuesto para el trabajo que dependa del cuerpo. Sobre todo si es de mí cuerpo.


Soy débil, señor, apiádate y acógeme en tu averno. Me ponen esos músculos duros, esa enverga-dura y desarrollo carnal. Me quemo. Esas gónadas golpeando mi suelo en cada embestida. El clímax que puedo reiterar cuántas veces desee en un encuentro sensual. A mi edad, quién lo diría. Adoro su potencia, su duración, su insaciabilidad, su capacidad de repetición. Y me he descubierto multiosgásmica, por Belcebú que sí que lo sé.


Él se recuesta en mi regazo, hundiendo su nariz entre mis pechos mientras le acaricio la cocorota como a un bebé, y él bebe de mí, de mi seno. Sé que me dejará por otra, de pechos turgentes pero vacíos, de vientre liso pero virgen de vida. Pero hoy es mío a mi orden y eso que pase es lo mismo. Sé que se irá pero no me importa.


Algún día se irá con quien parta en dos su edad, pero hoy está con quien casi la dobla. Una canción dijo que diez, veinte o treinta años no son nada, pero tratándose de cuerpos, veinte años son muchos. Tratándose de cerebros, treinta años son una gran ventaja. La mía.

ALz.

6 comentarios:

  1. ¡Madre del Amor Hermoso, qué glúteos!
    Aunque mucha gente dice despreciar a la gente que cultiva el cuerpo, yo les admiro la voluntad, la tenacidad, la perseverancia, esa capacidad de sacrificio, de constancia día sí y sí. No flaquean, no se cansan. No deja de ser algo admirable. A mí me puede la molicie, la desidia, la gula, la voluptuosidad de los placeres de la indolencia y la galbana.

    ¿Y qué importa que se vaya?
    Una vez en la vida, una debe follarse a un Adonis.
    Mi cuota ya se cubrió.
    Pero me queda la esperanza de repetir cuando le saque treinta años a otro.
    Bss

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  2. Miguel: Me comparas con quien admiro y yo te agradezco que te guste el escrito, primo, pero deja el whatsup y ríete conmigo...

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  3. En cambio yo voy cada día al gym, Uol, es un subidón de serotonina, adrenalina, sudosina y calentina...

    ¡Ellos miran la parte trasera del MARCA y yo la marca de su parte trasera....(y delantera)!

    ¿Y cómo voy a estar de acuerdo contigo en que una vez en la vida? ¿No habíamos quedado tú y yo en que uno al año no hace daño pero es más sano uno a la semana? Ay, ay, ay.... Deja el bosque ese de los monstruos y vente al gym...

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    Respuestas
    1. Yo al bicherío de los bosques ya me los conozco a todos.

      Y con una vez en la vida me refería al cachimán de portada de revista de fitness.
      Con los otros es más fácil.

      Al gym voy, ALz, qué remedio, pero llego a casa con hambre de músculos y glúteos y no sé si es mejor el remedio que la enfermedad, pero, bueno, perseveraré...

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  4. Todos acabaremos marchando...

    Pero mientras no llegue ese momento, lo mejor es disfrutar del baile...

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  5. Hoy sé que eso no sucederá jamás.

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