jueves

Cuando me siento feliz no quiero escribir









Cuando me siento feliz no quiero escribir, aunque sean los que me invaden unos momentos de felicidad efímera, que no llegarán al final del día; si lo hago, no escribo más que simplezas, al menos a mí me lo parecen días después, al releer lo escrito y antes de proceder al descarte. Para escribir prefiero la serenidad del ánimo, incluso la tristeza o el desengaño; las expresiones de exaltación son mejores cuanto más íntimas, como el orgasmo.

Es diferente cuando contemplo las manifestaciones de felicidad de los demás, especialmente si han sido consecuencia del encuentro donde he resultado perdedor, muy distinto de las otras inocentes, ya la vez muy especial. Ahí me es fácil describir lo que se ve, lo que se intuye. Observo y hallo significados en los rostros, las manos y las poses, en esas muecas exultantes que enmascaran la ilicitud de los medios, el engaño, la traición. Los partidos en la vida no son como en el deporte.

Cierto que cuando me siento, acaparando el aquí ahora de esta jornada que pudiera ser la última, sentencio como si me restaran contados días de existencia. Mis dedos sólo teclean el flujo de mis pensamientos. Está bien así, los observo y permito hasta que me silencio; es simple consecuencia de las canas la acumulación de experiencias.... de índole diversa. Cuando soy feliz prefiero leer, charlar, pasear o crear. (Hasta que se me pasa)




ALz

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