martes

Treballant



¡Enfeinats! Aquí se trabaja de lo lindo, estamos siempre atareados, esto es una cadena, un no parar. No hay crisis ni pollas para esto. A producir a toda máquina, que no nos vean estar quietos, que no podemos. Una arenga primaveral: en pie y vamos a dar ejemplo de actividad. Por fin se huele el calorcito, la cercanía de la temporada, la inminencia de la apertura. Estamos en pleno despliegue  de actividad. Trabajando, trabajando, sudando, sudando, yendo, viniendo, estresándonos, divirtiéndonos. El dedo índice y el corazón secándose la frente, el pulgar acariciando el labio por su punto medio. La de cosas que hay para hacer, me encanta hacerme una lista e ir tachando cada día lo conseguido. Hoy he tachado siete, ocho, ¡nueve! Me encanta, me encanta tener para hacer miles de cosas y hacerlas a la vez o sucesivamente, no, yo las hago a la vez. Trabajando con las manos.

Atareados para abrir el negocio cuanto antes, instalando las recién adquiridas piezas, pintando los desperfectos, limpiando detrás de cada industrial que se va, repasando todos los aparatos a ver si funcionan por si acaso, negociando precios con los tenderos, haciendo los pedidos, eligiendo género, calibrando personalidades y habilidades y finalmente contratando personal, ay, las compras, siempre peleándose por un euro..., decorando con lo que sea bonito y barato, todo con prisa, todo ha de quedar listo para ayer. A resolutiva, no me gana nadie, ¿quizá tu? 

En plena limpieza primaveral. En la oficina y también en casa, que ya toca. Quitamos el polvo y las telarañas de las alturas, del alma y de los rincones. Vaciamos y arreglamos los armarios para hacer sitio. Las cosas que no sirven, las tiramos fuera, fuera, ha de caber lo nuevo, ha de quedar espacio disponible. Los papeles, los ordenamos, es un lío pero necesario, vital. Los inútiles, los rompemos, los lanzamos. Nos deshacemos de todo lo que no importa. Adiós.

Punto aparte para mis flores; tierra nueva para dos de mis preferidas; para mi princesa, compré un tiesto precioso y carísimo que ocupa un lugar de privilegio en mi salón; abono para todas a discreción, agua y mucha agua y cariño.... Y las más bonitas de todas las flores del mundo para mí, las plantas que he visto nacer, crecer y vivir todo el año, gestando la maravillosa explosión de estos días.... ¡qué me gustan y me complace el verlas cada mañana!

Ni quiero ni hablar de la criba de la ropa; la que ya no nos vale, de la que ya no nos pondremos nunca, de la talla que nunca volveremos a usar, de la pasada de moda que nunca volverá, podría hablar años, pero diré que la tiramos o la plegamos y guardamos. Yo la regalo a las personas que la utilizarán de nuevo. Pero hay excepciones, porque a mí siempre me ha gustado jugar con los retales a las modistas, me gusta transformarla y darle una última utilidad en forma de labor de costura.

Así voy reciclando telas e hilos, haciendo mil manualidades, tejiendo jerseys, cortando pedacitos de tela, cosiendo botones, creando formas, acolchando corazones y flores, dulce el sonido del papel manila y yo jaboncillo en mano, hilvanando y probando, me pinché con un alfiler y una perla roja me recuerda que una vez soñé con una princesa costurera...

Y así va pasando la primavera.....

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