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Lover boy







Qué mujer no ha conocido o desea conocer a un hombre de físico agradable, amable y considerado, de trato y risa fácil, potente en el sexo y cariñoso como un osito de peluche... Todas, o la mayoría, con el resto de calificativos que cada cual desee añadir a la lista: un tipo adorable que te convenza casi de inmediato de pasar a mayores. 

Pues mucho ojito, que no te lleve a engaño el título de este post, porque ésta no es la traducción literal de lover boy, aunque lo sugiere. Un lover boy,  es un tío con un cierto atractivo, sin problemas aparentes de pasta; le gusta la chica, la corteja, la consigue y finge estar enamorado de ella; o sea que la engaña al menos por un tiempo, y mientras tanto se la lleva a otro país a montar un nidito de amor y vivir una vida mejor los dos: un plan estupendo en apariencia. Y luego que están allí, la prostituye a la fuerza y vive de ella; y seguramente también de otras que han caído antes en su trampa. 

En esencia y comúnmente, se trata del tipo con morro cuya intención es aprovecharse de las mujeres actuando un papel ideal que las convence durante unos días, semanas, meses o años. En menor escala que el lover boy, especialista en la conquista y trata de blancas, hay muchos hombres que buscan sacar provecho a costa de las mujeres que conquistan. Se acercan a las mujeres por interés, puro y simple interés económico u de otro orden.

Buscan alguien que les proporcione desde ciertas ventajas que no pueden alcanzar con su esfuerzo personal hasta que ella les costee la vida; y de paso le calienten la cama. El espectro es amplio. Desde chicos jóvenes con señoras famosas, ricas y maduras, que es lo primero que viene en mente, a los chicos jóvenes que eligen su novia por sus referentes patrimoniales. 

Me refiero a cualquiera de los que se acercan a una mujer con un interés oculto en alguna de sus cualidades, de la que piensan aprovecharse. Los hay que viven largamente a expensas de la mujer pagadora y los hay que en cuanto han conseguido su objetivo, si te he visto no me acuerdo. En cualquiera de las modalidades, la contraprestación a ese simulacro amoroso es el engaño o la estafa, y la solución es la agamia: mejor sola que mal acompañada.

Alz.






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