sábado

Vergüenza







La vergüenza lleva a algunas personas, al haber sido puestas en evidencia tras la comisión de un error garrafal, primero a intentar justificarse, y luego a dejarse llevar por la rabieta infantil, a tirar todo por la borda, a desperdiciar el esfuerzo invertido, y a destruir todo lo construido, obra, relación y palabra dada. 

Es una reacción comprensible, pero la única postura adulta es asumir que no somos perfectos, reconocer los propios errores y ponerles remedio en la medida en que se pueda, agradeciendo la enseñanza recibida de los actores que la vida pone a nuestra disposición para ayudarnos en nuestro camino. Rectificar es de sabios, dijo un sabio un día. (Y cuántas veces lo olvidamos.)

Hay quien no soporta las críticas ni es capaz de comenzar de nuevo una trabajo mal hecho. Al esconder la cabeza bajo el ala, y no hacer nada por enmendar los propios errores, queda detenida la propia evolución personal. 

Entonces, intentan salvar su honor cegándose en las supuestas bondades de su propia postura, y ahogan su amargura en la bebida y en otros remedios para no pensar, o para pensar en la venganza. Así no se aprende, si no se rectifica. La oportunidad de crecer se habrá perdido. Se trataba de: Construir, en vez de destruir.

Somos más que unas palabras desafortunadas y unos actos erróneos. El ser de la persona vive bajo de su fachada, pero a veces, ésta es lo único que les importa. Me gusta dar una única segunda oportunidad a la gente.

Bendigo con comprensión, y despido, a quienes se han equivocado conmigo y no tienen la madurez suficiente para asumir sus propios errores, disculparse, y rectificar. Les deseo un feliz camino, lleno de escollos y de posibilidades abandonadas por un orgullo mal entendido.


ALz.

2 comentarios:

  1. Quedar en evidencia delante de otros deja tocado nuestro orgullo. A veces es fácil rectificar, porque los demás son receptivos y ven normal la equivocación, y ven normal la disculpa. Otras veces, los jueces aprovechan para machacarte y desempolvar viejas afrentas. Hacen leña del árbol caído. Estaban esperando la oportunidad. Puede que hasta estuviesen con el hacha esperando. Sentados a la puerta a que pase el cadáver del enemigo. Propio de este país.
    Disculparse y rectificar es de sabios. Pero ya no quedan sabios. Y sólo gente que sonríe y exclama "¡Ay, es que yo soy así!"

    Buen finde!!

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  2. ¡Ay! Si esto es así, es que yo soy sabio entonces...

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