Agradecer significa acción de dar las gracias. Hoy es el cuarto jueves del mes de noviembre, por si no os suena a nada, os diré que hoy es el día de dar las gracias, o séase, el que llaman thanksgiving day en Norteamérica y Canadá, enraizado en las tradiciones campesinas ancestrales de los colonizadores europeos en la tierra de los indios. Ayer os las dí porque quise y hoy os las doy porque toca.
Creo que es una buena fecha, al menos tan buena como cualquiera o incluso siendo consecuente, más, diría yo, para aprovechar este espacio donde venís buscando un no se qué que os doy que no sé lo que es pero que os gusta porque volvéis, sinceramente, para daros las gracias por leerme y por seguirme, esperando que por añadidura, disfrutéis con ello. Tras los agradecimientos personales de ayer, hoy va de gratitud también, con otra vuelta de tuerca.
Allá voy: Entiendo la gratitud en primer lugar como un sentimiento de satisfacción por el mero hecho de estar vivo. Agradecer a la vida, a dios, al universo, a sí mismos, allá a quien a cada cual, por todo lo que somos, por todo lo que la vida nos ha dado, y por todo lo que nos ha arrebatado, que ha sido mucho también, en la luz como en la sombra. No he leído el libro a que hace referencia el video de ayer, si alguien lo ha hecho, que tenga a bien mandar un comentario y compartir su experiencia con los demás si quiere, que se le agradeceremos. Al fin y al cabo todos los que aquí estamos somos amigos aunque algunos no nos conozcamos personalmente y de otros desconozcamos hasta su nombre, salvo algún enemigo curioso que es bienvenido también.
No estamos mucho para filosofías baratas. Y menos para libros de autoayuda de veinte euros. Ni para el pensamiento positivo tampoco, al que al menos una autora de cuyo nombre no me acuerdo(*) culpa de la crisis y Steve Jobs de su pérdida de tiempo. Los que creen que todo lo que ha sucedido ha sido por alguna razón superior viven más felices, dicen; supongo. Creer en un plan preestablecido especialmente para cada uno hace que las personas vivan el día a día más despreocupadamente y sin complejos, porque delegan en el alto ser la planificación y desarrollo de su propia vida. Así se desentienden a gusto de los efectos de sus acciones, consecuencia de su naturaleza indomable. A dios rogando y con el mazo dando, llámese como se llame este buen señor.
Otro día volveremos sobre eso, que supone al fin creer en un ser superior o en una energía universal, comprendiendo que no todos pueden o quieren alcanzar ese nivel de fe. Por otro lado, a los que creen en las virtudes del establecimiento de un plan propio científicamente diseñado se les acusa de auto marketing. Tampoco les va mal para lo que quieren. Quienes creen que no hay nada más allá, viven igualmente atormentados por el pasado y temerosos del incierto futuro, si bien por otras razones más psicológicas y materiales. Por último, están los que creen que todo este cotarro mundial lo dirigen unos cuantos desgraciados que no tienen ni puta idea de nada excepto sobre la codicia, la avaricia y la lascivia y a quienes le importa una mierda el interés general del resto de la humanidad.
Bueno, sigo con la dación. Qué habrá de malo en seguir los ritos de antaño, aunque no hayamos recogido cereal o cosecha material alguna -excepto unos pocos privilegiados campesinos- y pocos de nosotros estemos relacionados con los frutos del campo, ni hemos pasado por catástrofe natural o calamidad alguna de cuya salvación hayamos de mostrarnos agradecidos y doblegados ante las dificultades de la supervivencia.
Sin embargo, quienes -entre los que me incluyo- hemos estado al borde borde mismo de la muerte, y hemos sido conscientes de ello, y nuestro cuerpo ha vuelto tras el largo y trabajoso viaje de regreso, quienes hemos atravesado una crisis vivencial, a quienes todo se nos ha derrumbado a nuestro alrededor: todo en lo que creíamos, todo lo que nos sustentaba; y aún así hemos sobrevivido, todavía pensamos que se puede salir de aquélla y de ésta y de la próxima ya veremos pero ahora no me importa.
En esta Europa desencantada todavía no hemos superado esta crisis urdida por unos pocos grupúsculos que ostentan y utilizan el gran poder financiero para asfixiar el resto de la humanidad. Hasta el día que, anoréxicos ya, acostumbrados a no comer de tanto apretarnos el cinturón, les demos una patada por el culo, los metamos en una cámara de gas o los sentenciemos por crímenes de lesa humanidad.
Pero si esto no es nada, estamos vivos, vivos, ¡oíd, voy a hablar! El día que salgamos de ésta, juro que instauraremos el día europeo de dar las gracias, que me imagino como en las iglesias católicas se da la paz. Gracias gracias, chocando las manos a los desconocidos por las calles; gracias por estar ahí a todas las personas, gracias a los mendigos, a los amigos y los enemigos por todo lo aprendido, por todo lo vivido y por todo lo que nos habéis jodido. Habremos salido de la crisis, si para aquel entonces somos conscientes de ello, eso espero ver con mis ojos y con mis pies. Y veremos de nuevo que si de algo nos arrepentimos es de lo que no hicimos, precisamente.
ALz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario