Sucedió como suceden las mejores cosas: sorpresivamente, sin pensar. Recordarás, amor, aquella noche del concierto. El primero y el último día que te ví. El sushi, el ribera, el perverso juego entre los dos. Bailé, bebí, reí.
Hubo un momento en que veía doble. Te perdí. Pero no.
Te sentía junto a mí.
Acabamos así, como se debe acabar. Bailando juntos, muy juntos. O no sé si es así como se debe empezar. Sólo sé que la noche no tuvo final.
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