Hoy me sentí y viví en todas las tonalidades de rojo y de rosa en un lienzo, inmenso, aderezado con trazos de un fondo negro, casi negro. El óleo iba dibujando volantes en cada capa de pintura que depositaba, como el flamenco dibuja con las música y el movimiento el arte en el aire. Incansablemente. Pasión no exenta de ternura con un halo de tragedia. Como la guerra. La posibilidad omnipresente de la muerte es lo que da la grandeza a la vida. Mañana todo puede acabar en rojo y negro. Pero hoy me lanzo al naranja, al colorado, al magenta, al amarillo, al rosa, al rojo, a todos los rojos del universo. Y los mezclo entre sí para hallar rojos nuevos.
He aquí un fragmento de la obra, que tardará en secar, calculo, cerca de un año. Sin embargo, está destinada a marchar de mi lado, la entrego con ternura. Mi amor ha sido breve pero de corazón, como corresponde a una pasión de verano. La semana que viene conocerá una nueva casa y un nuevo amorío.
Rojo y rosa es, también, el nombre del último trabajo de uno de mis músicos favoritos, Agustín Carbonell. He aquí un fragmento de su obra ajustado al sentir presente de la pintura.
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