jueves

Vestigios







Sabemos apenas nada del ayer, y lo que creemos conocer es incierto. Lo que fue no nos pertenece, ni siquiera aquello que vivimos o compartimos. Interpretamos todo lo que vemos. Aprehendemos los recuerdos de forma selectiva bajo condicionantes inconscientes, y hasta la memoria, más que nos falla, nos engaña.


No podemos recuperar lo pasado; lo que sucedió nunca podrá ser  modificado ni continuado en el punto donde lo dejamos aquél entonces. Podremos comprenderlo mediante un ejercicio de humildad, contrastando los recuerdos y sentimientos que a otro produjo con los nuestros; sin juzgar, sin cuestionar. Pero casi nunca nos atrevemos a exhumar lo que ocurrió. (No vaya a ser que huela; no vaya a ser que duela.)


-Sólo quiero saber qué te pasó. No te diré que no estuvo bien lo que hiciste, aunque lo pensé, porque ahora sé que tal vez.


Las consecuencias de los yerros y de los aciertos del ayer los pagamos aún hoy y nos sobrevivirán en el futuro. Tal vez aquéllo nos cambió la vida, y la de otros. Nos fijamos especialmente en los agravios y en las decisiones equivocadas que nos produjeron dolor, errando de nuevo al prescindir de lo bueno como si nunca hubiera existido.


-Aún recuerdo cuán satisfactorio fue tomar el camino que concebí correcto. 


Ojalá pudiéramos entender, perdonar y sanar nuestra experiencia. Nunca es preferible el olvidar. Rehabilitar el pasado es entender lo que sucedió, y que fue necesario para que llegáramos a ser lo que somos hoy y la forma en que afrontaremos el mañana.





Alz.




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2 comentarios:

  1. Somos tan poco conscientes de nuestra felicidad y, sin embargo, ¡cómo y cuánto exaltamos la más pequeña desdicha!

    No es que nuestro pasado sea necesario para ser lo que somos, sino que somos la suma de los aciertos y errores del pasado.

    No creo que se aprenda más de los errores, simplemente hay que asumirlos y repararlos, si es posible (que no siempre). De los aciertos... algunas personas pasamos sobre ellos de puntillas y otros hacen de eso la piedra angular de toda su vida y los erigen como justificicación de toda su existencia.
    hay tantos casos como personas.

    Pero lo que es impepinable es que no podemos recuperar lo pasado: sólo recordar (seguramente modificándola) su esencia.
    Un abrazo!!

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    1. Parte de que algo sucedió y nos cambió la vida. Sus consecuencias inalterables constituyen nuestro trágico presente. Si humano es errar y herir, casi divino es decir lo siento y perdonar.

      Quizá hoy pudiémos rehabilitar ese ayer, para seguir adelante con la piel limpia, las heridas cicatrizadas, los agravios olvidados, el perdón obtenido y el conocimiento adquirido.

      Certeza: lo que hagamos con este presente conformará nuestro futuro.

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