—⸘Perdóname, me voy, no estoy bien‽ —No sé ni cómo decir esto, por eso me tengo que ir. No es que no quiera hablar. Es que no quiero que tú hables más, para qué—.
Me encuentro sobrepasada por un cierto malestar, como un mareo repentino, y mejor me voy. Ya a solas, siento un escalofrío que recorre mi espalda desde la base misma de la columna y desencadena como una descarga de electricidad en mis hombros porque sé; que me estás; mintiendo. Me estremezco; me abrazo estrechando fuerte mis brazos buscando consuelo en mi interior. Y no lo hallo.
Creo que preferiría no haberlo sabido, pero desde este preciso momento soy consciente de que me mientes y yo te observo hasta en los más nimios detalles cuando me respondes y tú me hablas en apariencia como siempre pero yo sé que no porque no me miras y cuando me miras no pestañeas y te has acostumbrado tanto al engaño que ya es tu natural yo sufro indeciblemente pero ante tí disimulo mis sentimientos porque no quiero que tú; sepas que; yo lo sé. Pero lo sé y eso no puedo cambiarlo.
Sé que piensas que es bueno para mí que actúes así, sé que crees que me proteges si me mientes y por eso que me dices cosas que no son, para que yo no sepa lo que pasa, para que sea más feliz a tu lado de lo que soy. Pero no soy feliz y eso a tu lado no puedo cambiarlo. Sé que nunca me confesarás la verdad y yo que la sé quiero llorar si es preciso, llorar pero tras ello vivir en libertad.
ALz.
La mentira hiere infinitamente más que la verdad dolorosa.
ResponderEliminarPero aún duele más no saber cuando sabes.
Abrazos para esa voz narradora.
¡Gracias y abrazos!
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