Estos estafadores de la publicidad son como marcianos. No se comportan como la gente normal. Cuando te dicen a la cara las cosas más desagradables tienen el rostro encendido de felicidad. No emplean más de sesenta palabras y se expresan en frases que nunca pueden tener más de cuatro palabras. Su discurso es la unión de tres términos técnicos que no entiendo y una o, como máximo, dos ideas absoutamente primitivas. No sienten absolutamente ninguna vergüenza y no tienen el menor complejo de inferioridad. Esa es precisamente la prueba de su poder.
(M. Kundera, La inmortalidad)
Los han contratado a todos en los bancos.
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