Seguimos transitando por el crudo invierno, pero esta vez, esperando con ansiedad ver unos copos de nieve caer a cota cero. Por el momento parece que ha llegado el frío. Dicen que desde el 56 no se había documentado nada semejante -en lo que respecta a la llegada de ingentes masas de aires procedentes de la estepa siberiana al Mediterráneo- y bla, bla, bla. Pues qué quieres que te diga, yo todavía no he visto, mejor dicho no lo he sentido, nada de espectacular. Será interesante si llega a haber blanco por estas latitudes.
Me quejo de tanto aviso y de tanta antelación, que viene el lobo, que viene el lobo siberiano... Y temblamos de rodillas para arriba. Al día siguiente: que viene el lobo, el lobo feroz. Y temblamos de rodillas para abajo. No llega. A ver mañana si eso. Tampoco. A ver si pasado. Sí, va, lo acepto, un poco de frío sí, pero no ha sido suficiente para convertir a estado sólido unas minsas precipitaciones de tan etéreas casi gaseosas. Temo que las amenazas que van llegando desde hace una semana se queden a años luz de la crudeza anunciada. Y a mí no me gustan las amenazas ni siquiera de los meteorólogos. Me hace sentir de forma similar a cuando ante las insistentes noticias de la crisis que estaba al caer y al respecto de la cual tú no puedes hacer nada más que esperar impotente y seguir temiendo; ahora, eso y abrigarte.
Y tal vez demasiado. Yo hoy he pasado un rato de sofoco leyendo un mail en un despacho de dirección bancaria y no sabía donde dejar los zorros. Eso por hacer caso al hombre del tiempo. Mañana, caso omiso. Y más tarde, escribiendo, me han vuelto a subir los calores desde la mismita base de la espina dorsal. Pero al lobo plateado ése estepario no le he visto el pelo desde el año pasado. Venga, venga, que quiero verlo de verdad. Quiero sentir una emoción intensa. Fría y caliente a la vez. Como la nieve que está al caer.
¿Aparentes contradicciones? Si, bueno, no me preocupan, como integrante de la mitad de la humanidad que conforma el sexo femenino me puedo permitir expresarlas libremente. Pero esta vez no es nada hormonal, es más bien es un estado mental. De aullar. En el fondo de mi ser mi deseo se gesta bajo el calor del sol y con muy poca ropa.
Y hoy iba de negro, a tono con el gris del día. Pero con ese punto de color intenso que me aporta alegría. No sé si lo ves, pero Alegría es el nombre del primer llaüt que aparece en la imagen. Por esto está aquí. Por sentirme así.
ALz.
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