En un anterior post hablaba de los placeres de la mesa y de los placeres de la carne. De lo que ambos comparten: son dulces, apetecibles e irresistibles y te satisfacen plenamente los sentidos en el presente aunque quizá te pesen después; por educación y cultura, caer en ambos está proscrito por razones que no alcanzamos a entender o que no nos da la gana comprender.
O como me decía mi madre, piénsatelo, ¿no? ¿Te da igual ser puta y encima estar gorda? Pues qué quieres que te diga, ojalá fuera más puta, porque me jodieron por no serlo, y creo que me jode más ahora el estar gorda. Ser puta está de moda.
A mis ex-compañeras de trabajo, ellas sí que saben.
ALz
No hay comentarios:
Publicar un comentario