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Por No





Por norma, el porno pop es el metisaca de siempre, si bien un poco adornado según los gustos de la época en que creemos estar. Últimamente circulan algunas pelis y ciertos libros que son... uhm...   especialmente bastos pero; dicen; que a la gente; les gusta. Fantasías dolorosas que algunos que no distinguen quieren trasladar fuera de la pantalla o del texto para dar cumplida cuenta de sus más sádicos instintos animales e irracionales.



¿Porno para mamás? 

Pues No. Los libros que el marketing editorial ha puesto tan en voga, narran con todo lujo de detalles escenas sexuales de alto voltaje enmascarando un pobre o nulo argumento. No hablaré de su calidad literaria para no dejarlas a la altura del betún, y porque siempre habrá honrosas excepciones. No creas que aventuro un análisis, porque reconozco que no estoy leída lo suficiente, -ni ganas- pero es muy posible que sean historias inspiradas en las princesitas de Walt Disney -eso dicen algunos- y cuando superes la sorpresa inicial, te diré que es una opinión que yo suscribo. Se han descrito los elementos para el éxito de la novela: sexo explícito y consentido, historia de amor, hombre oscuro. A esto le llaman porno para mamás. 

Y se quedan tan panchos. Según mi amigo E. Díaz, -experto consultor sentimental para hombres de pro-, las tías adoran quedarse colgadas de un canalla que las folle bien y las joda mejor. No puedo estar de acuerdo. ¡Hay que ser perverso para creer que nos guste esto! Será que una parte de los tíos lo han asimilado y van repartiendo lo que cualquier juez conceptuaría como malos tratos por doquier. Como si las chicas, mamás o no, no tuviéramos bastante con los hijos de p... que habitan la vida real, que joden mucho y follan poco y regular o tirando a mal. 



¿Escuela de sexo?

El Porno, No. Los vídeos de contenido explícito (hetero)sexual, están hechos para estimular los morbos y los ojos de la gente, principalmente los masculinos. No están realizados para satisfacer la necesidad de aprendizaje de los chicos: si haces lo que hace el macho en la peli con la chica que te gusta, lo tienes pero que muy claro, chaval. (Mejor dicho, ella lo va a tener claro: una y no más, Santo Tomás) O sea, que ojo.

No son tutoriales para que los chicos aprendan cómo se hace el amor a través de la observación de escenas de sexo por lo claro. Sí, ya sé que las usan, además de masturbarse, para esto. La finalidad de las pelis es la satisfacción rápida e inmediata de un calentón solitario, y no sirven como ejemplo para el aprendizaje por la imitación. Te explico.




El porno no explica cómo se hace el amor a una persona de verdad. Desaparecidos los preliminares, en la peli hay que ir al grano, no hay tiempo para palabras, susurros, mimos, caricias ni abrazos, esas cosas que en la vida real vuelven receptivas a las chicas estimulando su deseo. No incluyen exploración de zonas erógenas no sexuales y otras delicias. Y sobre todo en las pelis faltan los besos. Un beso en la boca de tu chica/o estimula sensaciones únicas, personalísimas, imposibles de describir. Es un acto tan íntimo como el coito y que sin embargo puedes practicar en la calle, en el cine, en un bar, delante de tu madre... en cualquier sitio. Un beso es un arma erótica imprescindible y siempre hay que comenzar por aquí.


Los preliminares más importantes de todo, que son los emocionales, no existen. ¿Ah, eso todavía no lo sabías? Pues es así para todas las mujeres y existe una razón fisiológica para ello; de aquí en adelante no te olvides. Si has disgustado a tu chica, no vayas a buscarla en la cama, ni utilices el sexo para hacerte perdonar. Porque no te perdonará, aunque haya sexo. Pídele perdón. Y si le das mala vida, pronto encontrarás un témpano en proceso de congelación paulatino y constante. Y a una mujer cabreada contigo, lo que menos le apetece es hacer el amor aunque lo haga, y lo que más, hacerte la guerra o darte una somanta hostias. En el fondo, no somos tan diferentes: somos más complejas.



¿Por qué Porno No?

Aparte de que ese erotismo burdo no es el nuestro, hay otras cosas que explican el porqué a las mujeres no nos gustan demasiado el porno, y me refiero a las pelis porno. Hablo de las espectadoras, porque... todavía no he visto a una actriz porno tener un orgasmo en pantalla. Y siendo mujer, puedo jurar que las que he conocido no lo han tenido en toda su vida profesional; el semental, obviamente, sí, y además hay que hacerlo ostensible para que la peli quede rematada y de aquí al The End ya quedan pocos segundos, normalmente ocupados por la cara complacida de la actriz relamiéndose de gusto. A menudo la mejor escena del filme, lo digo por la calidad interpretativa de la protagonista.


Por ejemplo, pocas veces se ve al macho penetrante la contracción glútea y los movimientos pélvicos rítmicos, cuya visión es extraordinariamente agradable y excitante para la parte receptora. Está demostrado que al verlo las hembras simias -y las humanas- comienzan a humedecerse instintamente, y esto es así aunque el tema no vaya con ellas, ya que la lubricación entendida como protección representa una ventaja evolutiva ante la posibilidad de sufrir agresiones sexuales por parte del macho activo. ¿Lo pillas ahora?


En los vídeos, las tomas se realizan en planos muy cortos genitales, en posturas inverosímiles, y el resto de planos se captan desde la perspectiva masculina. No he visto nunca ni una sola toma de cómo se vería el acto sexual desde la posición femenina. Y yo, sinceramente, me pirraría por ver esos buenos pectorales, transversos y tabletas en plena acción, que me consta que los actores poseen, aunque no los exhiban, además de un pene privilegiado de 22 cm o más. 


El macho adora observar lo que vería en el supuesto de que estuviera penetrando a la hembra, en plata: coño, tetas y culo, por este orden, y no a otro macho que está mucho más estupendo que él. No se venderían las pelis para heteros a su público natural, decrépito y mayoritario. Ya sabemos que el segundo órgano sexual de los hombres es la vista. (¿El primero...? uhm... lo he olvidado...) Y sin embargo creo que al hombre le pone verse a sí mismo follando. Esa es la razón de que, en contra de los presupuestos básicos del feng-shui, hay personas que se hacen instalar espejos que reflejen lo que sucede en su lecho.




¿Porno Por NOrma?


No. Por norma mienten. Hace poco me tronché con un artículo que decía que estas pelis se asientan sobre conceptos erróneos, por ejemplo ¡que un hombre necesite treinta minutos de felación para alcanzar el nivel de dureza suficiente para poder introducirla! Es mentira, estoy de acuerdo. Por supuesto, aunque alguno habrá que trague, pero eso es exactamente lo que dan a entender esas felaciones eternas. Todos sin excepción eyacularían antes de la media hora de estimulación oral y para  los que no soportaran una segunda parte se habría acabado el juego. Y desde luego coincido en que no es necesaria esta práctica para excitarse. Supongo que lo programan porque por lo general a los tíos les hace llegar al punto de no retorno el observar una buena mamada.


Otra, verás que entra hasta la mismísima glotis de la chica una verga de calibre  veintidós por seis (cm); porque claro, los de las pelis están bien provistos, no como los de la calle. Seamos sinceros, una penetración oral profunda con semejante arma produce arcadas y terminarías vomitando el miembro con evidente riesgo de asco y peligro de asfixia. Esto también se utiliza como arma de humillación sexual, lo sé. ¿Es posible que ello tenga un contenido susceptible de ser considerado como altamente erótico? En la vida real los supermachos escasean, y las gargantas profundas no digamos, así que huelga planteárselo. Ahora, si lo intentas ya sabes a lo que te expones: como mínimo, a que te muerdan.


Nuevo error es que una mujer con cuarenta y cinco segundos de cunilingus tenga tiempo para alcanzar el clímax. Es materialmente imposible, una chica tiene que relajarse, abandonarse, excitarse y mantenerse en meseta lo suficiente para... que se venga. Se calcula que el proceso completo ocurre en una media de cuarenta y cinco minutos. O sea, que calcula, aunque te saltes los preliminares y las tres primeras etapas. Tanto tiempo suele aburrir a los machos calientes, impacientes y precoces, pero es lo que hay. En las pelis esto pasa en menos de un minuto; nada que ver con la realidad. El placer se cuece a fuego muy lento.


Otra cosa, los escupitajos. No sé que pensaréis vosotros, pero no sé dónde está la gracia de que te suelten un lapo en la punta del nabo. Como sistema de lubricación cuajado de bacterias de toda índole, no tiene precio. Y si estás resfriado y sale de color verde, pues no comento más. Insalubre, nocivo y peligroso. Pues en las pelis se hartan de echar gargajos y de recibirlos y parece que la gente disfruta. Y lo de hacer ruído ya, bueno. Ni lo pruebes, queda fatal sí o sí.


Qué más. Lo de pegar tortas en el culo, pues menuda jilipollez. Aunque para gustos... Bueno, me gustó ver cómo le daban tortas en el culo a Keira Knigthley en una escena de Un método peligroso, la película sobre Freud y Jung, quien disfrutaba como una loca que hacía que era. Pero claro, estamos hablando de algo especial que tenía que ver con una fijación de la protagonista en los maltratos paternos recibidos durante su infancia y en el sentimiento de culpabilidad que le ocasionaba recibir placer con ello. O sea, que olvídate.


Lo típico. La naturaleza hizo el esfíncer anal para su función, no como orificio sustitutorio ante vaginas dilatadas faltas de tono muscular y menos como arma de humillación masiva. El hombre heterosexual que encuentra satisfacción en esa práctica y a la vez que no soporta penetraciones semejantes por su propio orificio excretor me parece totalmente hipócrita en ese aspecto. Sobre todo ante la existencia de una zona de placer masculino en el recto de la cual la mujer carece. Terror atávico a actos propios de orientaciones sexuales antaño despreciadas. Pues...  Donde las dan las toman.


Última equivocación, no creo que ninguna mujer llegue al orgasmo cuando su pareja le eyacula en la cara, le salpica el maquillaje, se lo mete en los ojos, en la nariz, se lo restriega por las orejas, se lo queda enganchado al pelo cual clara de huevo...  Viendo los vídeos, los gestos de las actrices lo desmienten mientras lo ingieren, regurgitan y relamen de gusto. No es taaan agradable y mucho menos taan sabroso. Si pretendes obligar a tu pareja a que se lo coma, te recomiendo que comiences por ir probando tú mismo. Tranqui, la calidad nutricional y hormonal está fuera de toda duda. Y mientras practicas, ahorrarás un montón de kleneex y calorías.


En fin, termino. Los textos, y sobre todo, los videos porno están plagados de errores de bulto, y sólo sirven para lo que sirven, ya lo he dicho. La equivocación más grande es tomarlos como ejemplo del acto sexual a seguir. No hace falta el porno para estimularse, sino la imaginación, la atracción y la química entre los cuerpos. El órgano sexual humano por antonomasia es el cerebro.


La actividad sexual entre dos personas que se desean se compone de prolongadas, contínuas y numerosas caricias mentales, físicas y emocionales. El coito y el orgasmo no es la culminación del sexo, sino sólo una corta expresión del mismo.


Sexo es todo, dura todo el día, día tras día; la provocación oral, lúdica y habitual de la líbido es de lo que normalmente se carece y es lo que busca la gente en los libros, las pelis y en la web. Creo que es posible, deseable y preciso hacerlo en la vida cotidiana, y no es necesaria la presencia de nadie, habiendo tantos medios tecnológicos al alcance de la mano en todo momento y en cualquier lugar: el móvil, el facetime, los chats y whats, el mail, el twitter, el facebook... aunque habrá quien para evitar el esfuerzo consciente de alimentar la relación sexual culpe a los cotillas de la Cía, qué mas da.


Este y no otro es, a mi juicio, el erotismo inteligente, aunque sólo unos pocos privilegiados alcancen a entenderlo: se trata de mantener un elevado nivel de deseo carnal mediante la introducción habitual de pequeños contactos, frecuentes insinuaciones y todo tipo de comentarios, mensajes y juegos con intención erótica que provoquen pequeñas dosis de excitación física e intelectual introducidas a distancia y en presencia durante las actividades diarias, incluso las laborales; es lo que definitivamente crea el ansia del encuentro sexual. Y... A más ganas, más gusta.



ALz.









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