La naturaleza dispone las cosas como deben ser.
Sus seres se atraen entre sí o se repelen con la misma fuerza irrevocable, magnética y gravitatoria, que une las rocas a la tierra.
Cuando se desmoronan los acantilados, como los afectos, hay formas incompatibles que no pueden permanecer en el mismo lecho. -No digas que me quieres si tu cuerpo te desmiente.
Otras veces, las piedras se acoplan sin dejar resquicios, como los amantes entre sí.
Deja que tu cuerpo hable. La tierra es sabia. Los cuerpos no engañan.
ALz.
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