Me voy a volver para llegar a final de mes. Es una gran idea. Denle máxima publicidad al informe de la FAO y la recomendación de la ONU, blogueros.
Cada vez estas autoridades atinan más en las recomendaciones para salir de la pertinaz depresión económica.
A partir de ahora cuando tengamos hambre, comeremos hormigas en fuego de leña. Son más baratas que un bistec y alimentan lo mismo. Las aderezaré con limón o vinagrillos y pensaré que estoy comiendo caviar. Si al final crujen lo mismo, saladitas y con liquidito por dentro. Y las ensaladas crecen en las cunetas. Así nos vamos a ver.
-Oh, grandes iluminados de la cultura occidental, bienvenida sea la globalización alimentaria a las depauperadas tierras sudeuropeas, cada vez más cercanas al África ancestral de donde todos procedemos. Extendamos las sanas costumbres del desierto, aprendamos a sobrevivir devorando insectos.
-Pues qué quiere que le diga, señora mía, si yo prefiero estar a pan y agua. Yo cuando veo un bicho con más de cuatro patas me dan ganas de aplastarlo, no de comérmelo. No acostumbraré mi estómago a digerir una mierda de bichos que comen mierdas.
-¿Pero no ves que nos están devorando los de nuestra propia especie? Si lo que pasa con los mandatarios es que nos hacen tragar su propia mierda, porque únicamente a nosotros va destinada. No a ellos, oh casta privilegiada del olimpo extractivo, a quienes no les afectan las medidas que propugnan e imponen a nosotros los parias del libre mercado.
-Tranquilo, Agapito. No saldremos nunca de la depresión económica, porque no llegaremos a verlo. Nos moriremos antes, y quizá de hambre... o de asco.
Creo que estamos a punto de entrar en depresión crónica.
Aunque comer insectos sea una de las soluciones más lúcidas e imaginativas que he leído últimamente. En el fondo se trata de una medida cultural, evolutiva y no nutricional. Hay que cambiar el chip, o sea, hay que joderse. Y en esta coyuntura que estamos, resulta profunda y descaradamente humillante.
ALz.
Amén!!
ResponderEliminarUn beso, Asum (mira por dónde, me entero de a qué corresponde la A.
¡Sí! Ya que si no siento el más mínimo recato en redactar estas brillantes chorradas que a veces escribo y en dejarlas leer a mis amigos y a mis enemigos... ¿Por qué iba a tener la más mínima vergüenza en firmarlas con nombre y apellido?
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